¡Ya ha pasado la boda! Una ceremonia cargada de significados feministas, según algunos, un canto a la mujer emancipada porque, oh, cielos, ¡no prometió obediencia a su marido! ¡Abajo la monarquía rancia de Kate y la reina Isabel, arriba las modernas y desinhibidas!
Sí, pero…
Los dos primeros actos que Meghan ha protagonizado se ha limitado a llevar guantes hasta el codo y un ramito de flores. Se le ha puesto una ‘educadora’ para que controle su espontaneidad y le enseñe a comportarse. Se le ha indicado que no puede trabajar, ni cruzar las piernas, ni pintarse las uñas de rojo, ni bailar, ni sonarse en público. Y se le ha aconsejado que, dados sus 36 años y siendo impensable que solo dé a luz a un hijo, se quede embarazada lo antes posible. ¡Ay, Dios, si Simone de Beauvoir levantara la cabeza! ¡Nos iba a correr a todos los opinantes a gorrazos!