La emérita se prepara, un verano más, para desembarcar en el palacio Marivent. Aquí ha vivido algunos de sus peores momentos, fruto de las infidelidades de su marido y su mala relación con Letizia.
El flirteo de Juan Carlos y Lady Di
1 de agosto de 1981. Lady Di, su marido y sus dos hijos están invitados en Marivent. El último día se reúnen las dos familias para posar en las escaleras del palacio. Lady Di va de amarillo y Sofía de blanco y negro. Juan Carlos, con camisa de rayas, mocasines Gucci y pelo largo, es la viva estampa del hombre en la plenitud de la vida. Saluda a los fotógrafos, piropea a las periodistas, dispone tú aquí, tú allá. En un momento dado las manos de Lady Di y las del rey se encuentran sobre el pelaje de Archie, el pastor alemán de su majestad. Se demoraron largos segundos. Carlos no se enteró de nada y lució todo el rato una sonrisa bobalicona, pero Sofía sí lo vio y aguantó con su hieratismo habitual. Después Lady Di dijo de Juan Carlos: “Sé que le gusto, intentó ligar conmigo”, y también confesó que en Mallorca hacía demasiado calor, su matrimonio estaba acabado y se había pasado casi todo el día con la cabeza metida en la taza del váter.
Las fotos del príncipe Felipe e Isabel Sartorius
20 de agoto de 1989. Las fotos que aparecen ese día en una portada recuerdan un serie californiana: dos cuerpos jóvenes y bronceados a bordo de una lancha motora en aguas de la isla de Cabrera. Llevan la revista a primera hora a Marivent y Sofía desayuna con esa imagen: una chica rubia se recuesta sensualmente sobre el cuerpo de su hijo, el príncipe Felipe. A Sofía le dio el gran soponcio de su vida, ¿cómo va a tener novia Felipe y ella no saberlo? Pero ¿esa chica no es Isabel Sartorius, que la infanta Cristina le había presentado como una amiga de la pandilla? Le informan que hay más fotos, tórridas y explícitas, que se han comprado por quince millones de pesetas para meterlas en un cajón. La reina da las gracias y suspira. Sabe que van a tener problemas. Seis años de problemas, para ser más exactos.
El encontronazo con Marta Gayá
29 de junio de 1990. Cena en el Beach Club presidida por los reyes. El protocolo manda que nadie llegue más tarde que sus majestades y todas las mesas están ocupadas, todas... menos una. ¿De quién será? Al final se descubre el misterio. El escritor Jose Luis de Villalonga, su mujer Sylianne y otros amigos entran con desenvoltura acompañando a Marta Gayá. La reina sabe que Marta es la amante de su marido, pero nunca ha coincidido con ella y se pone lívida al verla aparecer. Pero lo más grave está por llegar: Juan Carlos se levanta, cruza el recinto y va a saludarlos, normalizando así su relación extramatrimonial. Esa noche se evidencia qué mujer ocupa el corazón de Juan Carlos. Sofía tuvo que disimular su suplicio y departir con su vecino de mesa como si no pasara nada, aunque estoy segura de que no se enteró de ninguna de las palabras de aquella forzada conversación.
El primer verano de Letizia en Mallorca
24 de julio de 2004. Se disputa la regata Breitling en la que participan Juan Carlos, Felipe, Cristina y Elena en diferentes barcos. En el Náutico hay multitud de prensa. A media mañana llega Sofía con Marichalar e Iñaki, sus queridos yernos, y sus cinco nietos. La reina está feliz, aunque sabe que la expectación no es por ella, sino por el nuevo miembro de la familia: Letizia, recién casada con Felipe. ¡Su primer verano en Mallorca! A la princesa de Asturias se la ve insegura e intenta coger en brazos a Victoria Federica, que le arrea un tremendo patadón para que la deje en el suelo. Muy delgada, lleva bermudas, polo blanco, una visera verde que le tapa casi todo el rostro y gafas oscuras. Los fotógrafos piden que se reúnan para la foto. Sofía está exultante, como la gallina clueca rodeada de sus polluelos. Letizia, pálida al lado de todos, exhibe un mohín tímido. De pronto, se oye la voz de la reina que grita en tono conminatorio, “¡Quítate las gafas!”. Letizia obedeció dócilmente, aunque los periodistas más observadores vieron pasar por sus ojos un relámpago de disgusto. Pero la reina, ajena a las tormentas que agitaban el alma de su nuera, sonreía con beatitud, pensando quizás que no tenía el amor de su marido, pero tenía una familia. Y que eso ni nada ni nadie iba a quitárselo nunca.
El rifirrafe en la catedral de Palma
5 de abril de 2018. Catedral de Palma. Corren rumores de que, a Letizia, que ya es reina desde hace cuatro años, no le gusta Mallorca y se lleva mal con su suegra, pero se presta con resignación a realizar el gran paripé de todos los años por Semana Santa, posar en grupo en la puerta de la catedral. Pero Sofía tiene otra intención. Al acabar la misa agarra a sus nietas con contundencia prusiana y le pide al fotógrafo de Casa Real que tome una imagen de las tres. Letizia, que sabe que sus excompañeros están esperando pacientemente en la puerta, trata de impedir esa fotografía, primero poniéndose en medio y después apartando a las niñas. Sofía, en lugar de ceder, sigue cogiéndolas y entonces aparece Juan Carlos, que tantas veces ha humillado en público a su mujer, gritándole a su nuera, y Felipe tiene que imponer paz. Esta maldita imagen recorrió las portadas de las revistas internacionales, hizo correr ríos de tinta y se ha clavado, mal que les pese a sus protagonistas, en nuestra retina para siempre.