¡Doscientos mil euros! ¡Ni Julio Iglesias cobra lo que ella! ¡Que nadie me lleve la contraria porque esta cantidad va a misa! Doscientos mil euros se embolsará Isabel Pantoja por un concierto en Barcelona, en el Palau Sant Jordi, el día 18 de febrero a las siete y media de la tarde, claro que con ese dinero deberá pagar también orquesta, hotel y desplazamientos. Parece mucho, sí, pero en el Sant Jordi caben 17.000 personas, y a un precio medio de ochenta euros (la entrada más barata cuesta 35 euros y la más cara 150), esa noche la promotora puede recaudar millón y medio. ¿Que si se llenará? Hombre, la taquilla se abrió este lunes a las doce de la mañana y una hora después estuvo a punto de colapsarse el servidor por la demanda, ustedes mismos. ¡Es locura lo que despierta Isabel Pantoja en esta ciudad! La recuerdo en uno de sus primeros conciertos, en el festival que organizaba Luis del Olmo en Roda de Berà, aún novia semisecreta de Paquirri. Yo le acababa de hacer una entrevista a Lola Flores, indignada porque el torero había abandonado a su hija, Lolita, por la Pantoja.
Lola Flores contra Isabel Pantoja
Lola sentenció despreciativamente: “¡Qué poca personalidad tiene Isabel cantando!”, para resoplar después con su voz de fumadora: “Mi hija tiene unas cartas muy comprometidas de Paquirri pidiéndole matrimonio… ¡aunque él al final prefirió a una virgen!”. Yo me horroricé: “Pero Lola, ¿me vas a decir que Lolita no es virgen?” y Lola soltó una carcajada entre toses: “¡Yo que sé, no le he metido los dedos dentro! ¡Yo no soy como la madre de la Pantoja, siempre detrás de ella, vigilándola con esa poca categoría!”. La entrevista se publicó e Isabel, en Roda de Berà, antes de salir al escenario me dijo diplomáticamente: “Cómo quiere a su hija Lola Flores”. Aunque la madre, doña Ana, me susurró al oído cogiéndome con fuerza del brazo: “Paco me ha dicho que nunca fueron novios… que qué culpa tiene él si Lolita se hizo ilusiones…”. Isabel, que todavía no se había operado la nariz en Caracas y exhibía un rostro natural y bellísimo, cantaba y cinco mil personas coreaban: “Cambia la luna, crece y cambia…”. ¡Qué jóvenes e inocentes éramos todos!