Ese verano, antes de ir a Madrid, habían pasado unos días en Torrevieja con sus abuelos. El primo David se había burlado del vetusto coche familiar y Letizia, por defender a su padre, se encaró con él a puñetazos. “Mi prima siempre ha sido muy consciente de donde viene, por eso es tan luchadora y tenaz”. El Ramiro de Maeztu, el instituto que habían elegido Chus y Paloma para sus hijas, era público, laico, moderno y progresista. Daba gran importancia al deporte, también a los idiomas, y tenía una espléndida biblioteca a disposición de los alumnos. Al turno de mañana iba Pedro Sánchez, el actual presidente del Gobierno. En el horario nocturno el alumnado estaba más mezclado: en su gran mayoría trabajaba, tenía una extracción más popular, venía de barrios como la Prospe o Cuatro Caminos, era más izquierdista. Letizia habla poco de su estancia en el ‘Ramiro’, ya que allí conoció a Alonso Guerrero, el profesor de Literatura con el que se casaría años después, y es, por tanto, un período incómodo de su vida. Nunca ha hecho gala de ese orgulloso espíritu ‘ramireño’ que tienen otros exalumnos, como Wyoming, como el ahora presidente o el desaparecido Forges. Curiosamente, tampoco hay menciones de sus condiscípulos –no parece que conserve amigos de esa época– y muy pocas de docentes. “Era muy preguntona en clase y aprobaba”, dijo tan solo su profesora de Latín a la cadena SER.