Pilar Eyre

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Letizia no invitó a su suegra a la graduación de Leonor

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

"Leonor, tu amor por las conversaciones profundas no tiene límites. Tu decidida pasión por aprender, comprender a los demás y explorar diversas perspectivas ha enriquecido de verdad tu experiencia en el colegio. Echaremos de menos tu sentido del humor”. Treinta y nueve palabras. Leámoslas bien, porque este mensaje de la tutora de Leonor (17 años) en la ceremonia de graduación del Atlantic College el sábado pasado es la única descripción que hemos tenido de la personalidad de la princesa de Asturias durante estos casi 18 años de vida. Podría decirse que son conceptos vagos y poco específicos, muy parecidos, por cierto, a los que se dedicaron a los otros alumnos que se graduaron también, incluida la princesa Alexia de Holanda. La prensa de su país, que presta mucha menos atención que aquí a sus reyes, y de forma mucho menos aduladora, apenas ha reflejado este evento en un escueto comunicado, en el que ha querido señalar que esta ceremonia es de despedida y no de graduación, ya que las notas no se conocerán hasta el mes de julio. O sea que todos los ditirambos del estupendo resultado académico de cualquier alumno son meras especulaciones.

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La princesa Leonor se gradúa en el UWC Atlantic College.

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También da cuenta el diario Algemeen Dagblat de que la hija menor de los reyes de Holanda, Ariane, que en principio iba a ir al mismo colegio, se ha decantado al final por terminar sus estudios de bachillerato en Italia, sin aclarar el motivo. Así pues, fue una ceremonia de falsa graduación, pero muy emotiva, con muchas lágrimas. Leonor deja atrás su vida sin responsabilidades y a sus compañeros, y también el amigo especial que le ha regalado ese collar de oro con la palabra árabe “habun”, que quiere decir “amor”. Porque, a ver, ¿quién le va a regalar a una chica de 17 años un collar con la palabra amor? ¿Una amiga? ¿Un pariente? Algún querido colega ha insinuado incluso que podría ser de Juan Carlos. Dejando aparte la nula relación de las niñas con su abuelo, que por cierto no habla ni una palabra de árabe, resultaría un obsequio muy inadecuado. 

Un amigo especial

Lo más lógico es pensar, dado que lo lleva desde hace un año, que ha sido cosa de ese noviete al que hemos visto vagamente en alguna visita a España y que, luciéndolo en esa ocasión especial, Leonor le quiere enviar el mensaje de que no lo va a olvidar, por mucho que deban separarse. ¡Raro sería que la princesa no tuviera un amor, a menos que quisiera meterse a monja, que no parece el caso! Como le dijo a la biógrafa Françoise Laot su abuela Sofía, que asistió a la misma escuela en su sede de Alemania, “por supuesto que tuve novios en el colegio, nos intercambiábamos las típicas cartitas de enamorados y nos veíamos a escondidas…”.

¡La abuela Sofía! ¡Siempre es un problema! Al parecer, se permitían cuatro invitaciones por alumna y se dijo que asistirían los reyes, la hermana y la abuela materna, Paloma Rocasolano. Algunos, más papistas que el papa, se apresuraron a aclarar que si iba Paloma era porque la reina Sofía en la Fox-Houston declararon que era el evento más importante del año y que “la cena en el Teatro Bellas Artes se sirvió a las once de la noche siguiendo la costumbre española y todo el mundo quería hacerse selfis con la reina y con su atractivo guardaespaldas”. Estaba ocupada. Y era verdad. Esa semana estuvo entregando unos premios en Houston que se reflejaron con gran alharaca en la prensa local, donde por cierto no se mencionó que Sofía ya no es reina en ejercicio.

A la salida, los comensales recibían como obsequio una botella de aceite de oliva y un saquito de arroz. También contaron que Sofía se presentó por sorpresa en una feria de alimentos españoles y que “degustó embutido”, cosa difícil de creer ya que la reina es vegetariana. Bien, sí, hizo todo eso… Pero el viernes regresó a Madrid y hubiera podido ir perfectamente a Gales. Pero a Letizia no le dio la gana y a mí me parece muy bien: es natural que vaya la abuela que ha tenido más contacto con las nietas, ya que cada vez que los padres viajaban, Paloma se desplazaba a Zarzuela, donde tiene habitaciones propias. Sofía ya se quejaba hace años de que, mientras ella tenía que pedir permiso para ver a las niñas, la “otra” estuviera siempre metida en la casa. Resultaría muy hipócrita que, de cara a la galería, se invitara a la reina Sofía y se prescindiera de la abnegada Paloma, a la que tanto quieren sus nietas.

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Letizia, Sofía y Felipe VI en la graduación de la princesa Leonor en Gales.

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De todas formas, para evitar críticas innecesarias, se ha ocultado su posible presencia en la ceremonia, si es que ha ido, ya que en el momento de redactar estas líneas es algo que desconocemos. Las únicas fotos que tenemos del acto nos han sido proporcionadas por Casa Real y están cuidadosamente recortadas. Vemos a Letizia, Sofía, Felipe y, a su derecha, los reyes de Holanda, pero no sabemos quién se sienta al lado de Letizia. Debe haber resultado duro tanto para la madre como para la hija no haber podido posar con su nieta como una abuela orgullosa. Pero todavía quedan muchos monárquicos de la vieja escuela que, para atacar a los reyes actuales, ensalzan a los anteriores en un ejercicio de cinismo incomprensible.

Una nueva era

La familia real entra en un tiempo nuevo. Sofía se va a Gales, Leonor a la Academia de Zaragoza y el matrimonio se queda solo. Quizás Letizia ahora se siente empoderada y haya dicho “se acabó”, como la gran María Jiménez. Pequeños gestos para una mujer, pero grandes pasos para la monarquía. Veremos.