¡Sofía! ¡Siempre detrás de su hermana Leonor, princesa de Asturias! ¡El ingrato papel de los segundones en las monarquías hereditarias! La infanta Pilar, la hermana de don Juan Carlos, confesaba con amargura: “Los hermanos y los primos no contábamos, todas las atenciones eran para Juanito”. Cuando murió su abuelo, Alfonso XIII, en una modesta habitación del Grand Hotel de Roma, su hijo Juan se convirtió en rey y su nieto en príncipe de Asturias. Entonces, tenía tres años. La niñera, una checa llamada Ucsa, estaba con los niños en otro cuarto mientras por los pasillos corrían los camareros… “Il re di Spagna è morto!”. A la hora de repartir la merienda, se apiñaron frente a ella Alfonso y su hermano Gonzalo, Sandra y Marco Torlonia, Pilar y Juanito… Ucsa les comunicó fríamente: “A partir de ahora, se le va a dar primero de merendar al príncipe de Asturias. Alteza real, adelantaos”. Y don Juanito, sin entender nada, tendió sus manitas sucias y recibió su pan y chocolate. Tenía un hermano pequeño, Alfonso, tan listo que lo llamaban Senequita. Cuando se le preguntaba qué iba a ser de mayor, respondía señalando con el pulgar a su hermano: “Rey, si se muere ese”.