Pilar Eyre

Pilar Eyre

El gran acierto de Letizia y sus hijas Leonor y Sofía en vacaciones

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Pilar Eyre

Periodista y escritora

Leonor sonriendo mientras un niño apoya la cabeza en su hombro con tranquila confianza. La infanta Sofía intercambiando miradas cómplices con una niña que acaricia la cabeza bondadosa de un caballo. Letizia, próxima, divertida, con esos ojos chispeantes que solo se le ponen cuando está rodeada de chiquillos y que no tiene en las fiestas empingorotadas a las que acude. Las tres están visitando por sorpresa, sin ningún tipo de acompañamiento oficial, sin protocolo, sin avisar a los medios, una granja escuela cerca de Palma que trabaja con niños con diversidad funcional y los pone en contacto con animales como terapia. Las tres, vestidas con esa ropa sencilla que se suele tener en el armario de un año para otro en la casa de vacaciones, interactúan sin esforzarse con unos niños que se sienten cómodos con ellas, y con unos monitores que agradecen infinito que la familia real dé relieve a su oscura y dura tarea.

“Hoy hemos recibido la visita sorpresa de la reina y sus hijas, han comprobado la labor de integración y convivencia que hacemos con niños y niñas y el cariño que le ponemos. ¡Ha sido estupendo, agradecemos de todo corazón que hayan venido, volved pronto!”. Lo ha escrito La Granja Escola Jovent en su Instagram y por eso nos hemos enterado de esta actividad de la reina, la infanta y la princesa heredera. ¿Y saben qué? ¡Esta es la familia real que queremos! Mujeres que estén en contacto con la realidad del país, fuera de los palacios y de las fiestas de sociedad en las que muchos desearían encorsetarlas.

Leonor Sofía y Letizia

La Letizia de las grandes ocasiones, la de los trajes fastuosos y figura de modelo, nos fascina, pero ya no nos satisface. Ni a mí ni a la mayoría de los ciudadanos. También las apariciones públicas de Leonor y Sofía resultan forzadas, ¿qué interés puede tener para unas chicas adolescentes un paseo apresurado por unos jardines maravillosos, sí, pero a los que ni siquiera pueden prestar atención por la nube de cámaras que las rodean? ¿Qué mensaje quieren trasmitir a la juventud que trabaja, que estudia, que lucha por abrirse camino y que se preocupa por el medio ambiente, con estas rígidas puestas en escena en las que parece que estén posando para un cuadro oficial y en las que lo único importante resulta ser la marca de ropa que las viste?

Por no hablar de esa imagen del sábado por la noche, a la salida del restaurante Mia, de Felipe, Letizia, sus hijas, la reina Sofía y su hermana Irene. Leonor y Sofía agarraban a su abuela con tanta fuerza como si se tratara de un globo a punto de echarse a volar, mientras Letizia estrujaba con saña la mano de la princesa Irene, que lucía una expresión desconcertada y confusa. Me gustaría estar en la cabeza de los señores que han diseñado esta escenografía, para la que sí se avisó a los fotógrafos, “dicen que Letizia y Sofía se llevan mal... lo mejor para disipar estos rumores es que se abracen, no hace falta esmerarse mucho, total, el persona se lo traga todo”. Pues no, señores, no nos lo creemos. No nos creemos que la reina Sofía, que quiere mucho a sus hijas, como es natural, esté en tan buenos términos con Letizia, que ha cortado toda relación con Cristina y Elena e impide que sus hijos se traten.

Leonor

¿Qué madre va a perdonar eso, por muy reina que sea? Tampoco nos creemos que las niñas tengan ese cariño desaforado por su abuela, cuando es evidente que se ven solo para la foto, puesto que en ninguna otra ocasión hacen planes juntas. Pero es que en realidad no nos importa si se llevan bien o mal y no entiendo este empeño en disimularlo, cuando es algo que pasa en las mejores familias. Este tipo de asuntos solo puede preocupar a los nostálgicos del ‘ancien régime’, los juancarlistas que añoran la escalera de Marivent y Lady Di, las visitas de los reyes de Holanda y el glamour de aquellos años de vino y rosas que ya no volverán. Porque corresponden a otros tiempos y esta es una monarquía nueva, como remarcó Felipe en su proclamación, porque nosotros, los de entonces, tampoco somos los mismos, como dijo el poeta. Creo que Letizia, con su instinto de periodista, lo ha entendido y trata de imponer su criterio huyendo de frivolidades como paseos en barco, al menos públicos. Considero un acierto que no se hayan dejado ver a bordo de ningún yate, propio, alquilado o de un amigo, como si fueran unos oligarcas rusos o Georgina Rodríguez, una imagen muy lejana a la austeridad y sencillez que quieren transmitir.

Letizia Sofía

 

Sé que la mayoría de las portadas llevarán una foto de Letizia enseñando sus hombros bronceados, su larga coleta postiza, su espectacular traje azul, pero a mí la que me gusta es la otra Letizia. La que toca de pies en el suelo, la que lleva a sus hijas a lugares a los que vayan a aprender en lugar de enseñar. Hace años me contaron que la entonces princesa Letizia acudía algunas noches al hospital San Juan de Dios de Barcelona a hacer compañía a las familias que velaban a sus hijos. En secreto, sin que lo supiera nadie. Yo me lo creí y lo publiqué. De esa forma se conquista el cariño de la gente. Corazón a corazón.