Era 1982 y Patxi Andión me citó en una buhardilla medio destartalada que tenía en El Rastro. Hacía un frío del demonio y me sirvió coñac en vasos de plástico. Sin mirarme, me dijo con su voz de macho: “Me gustan las mujeres inteligentes, cultas y progres”. Yo, que entonces era tremenda, le solté: “¿Cómo Amparo Muñoz?”. Me cortó, molesto: “Coño, ¿toda la vida me vas a sacar lo de Amparo?”.