Don Juan Carlos ha visitado el Juan Sebastián Elcano ¡junto a Sofía! ¿Sabrá la pobre reina que el don Juanito que se embarcó como guardiamarina en 1958 estaba loco de amor por una disoluta condesa italiana, y que fueron precisamente su padre y Franco los que le obligaron a enrolarse en el buque escuela para alejarlo de ella? Tarea inútil, porque durante la travesía don Juanito le envió a Olghina de Robilant decenas de fogosas cartas en las que le revelaba que “esta noche en la cama he pensado que estaba besándote, pero me he dado cuenta de que no eras tú, sino una simple almohada arrugada y con mal olor, y de verdad desagradable”, y remataba con cándida filosofía: “Pero así es la vida. ¡Nos la pasamos soñando una cosa mientras Dios decide otra!”. Pero, como la fidelidad no ha sido nunca el fuerte de los Borbones, en Brasil, don Juanito se enamoró de una sensual carioca, y en el viaje de vuelta a España se carteaba también con ella. Fue cuando Franco le comentó a su primo: “Al príncipe, hay que casarlo”. ¡Y ahí apareció Sofía, la griega!