Salen a la venta propiedades con mucha enjundia. Las de Julio Iglesias están envueltas en misterio, como todo lo suyo últimamente (y los que saben de qué va el tema callan por amistad y yo lo respeto, porque pasé por el mismo trance). Y las de los Franco. El feo Pazo de Meirás se vende por ocho millones. Estuve de extranjis hace muchos años en el cuartito con artesonado de madera donde pasaba sus veladas el matrimonio Franco: un televisor, dos sofás viejos y la mesita donde cenaban. En la pared, unos platos de cerámica de Sargadelos, cuadros pintados por el caudillo y un ciervo abatido en la Sierra de Cazorla que nos miraba con ojos tristes.
Al año siguiente todo fue pasto de las llamas, excepto esa cabeza como metáfora de sabe Dios qué. La otra propiedad que vende la familia es La Piniella, una finca asturiana que Carmen Polo heredó de su madre. Ahí pasó el matrimonio Franco su noche de bodas, el 16 de octubre de 1923. Seis años después, Carmen concedió a la Estampa la única entrevista de su vida. Y contó pudorosamente que la primera noche que pasaron juntos, “rezamos de rodillas en el suelo cuatro rosarios”. Y se fotografiaba junto a una botella de champagne Piper Brut extra del 18. El pie de foto decía, “la generala guarda como recuerdo de aquella noche el champagne que no llegaron a beberse”. Dicha botella, tan emblemática, se guardaba en una vitrina de La Piniella, ¿se venderá junto a la casa?