¡Campos ‘on fire’! Desde hace décadas, siguen en primera fila ocupando portadas, programas, comentarios en redes sociales, en un fenómeno único de supervivencia. ¿Qué tienen estas tres mujeres que las hace especiales? Terelu, siempre llena de vida “El peor momento de mi vida fue cuando le tuve que decir a mi hija, Alejandra, de 12 años, que tenía cáncer. El segundo día peor fue... Te vas a reír”. “No, dime Terelu”. “Cuando se me cayó el pelo y comprendí que tenía que llevar peluca. ¡Odio las pelucas! ¡Cuando todo esto acabe las donaré a un museo!”. Terelu reía, una Terelu joven, guapa, llena de vida, que me concedía su primera entrevista después de que se le detectara su enfermedad hace nueve años: “Yo voy a las quimios como si fuera a un plató, maquillada, vestida de punta en blanco... Quiero dar una imagen positiva del tratamiento y siempre poso para los fotógrafos que están en la puerta del hospital”. El mayor peso sobre los hombros También me habló de su calvario en ‘Sálvame’: “No por los compañeros, que son muy solidarios, pero mi salud está muy deteriorada, tengo vómitos y un cansancio tremendo. Cuando acabo me tiro en el coche como una vieja de 120 años”. Unos años después, era ella la que ayudaba a su madre, como advertíamos los que trabajábamos en ‘Qué tiempo tan feliz’. Teresa atravesaba un bache de salud y gracias a Terelu podía sacar el programa adelante. Cuando le fallaba la voz a la madre, la hija intervenía con un comentario improvisado y llenaba así el silencio angustioso. No la perdía de vista hasta que salía del plató del brazo de su inseparable Sonsoles. Nunca la vi relajada y estoy segura de que nunca ha hecho programas más difíciles que esos. Terelu es, más que una superviviente, una resistente y, de las tres, la que ha llevado el mayor peso sobre los hombros. "La lista de la familia" Cuando iba a las mañanas de María Teresa Campos a que me entrevistara por mis libros, el programa era tan exitoso que salir ahí significaba que se agotaban dos ediciones. Una chica se movía entre bambalinas siempre ocupada, con zapato bajo, sin maquillar, dando órdenes. ¡Se notaba que mandaba mucho! Me susurraban: “Es la ‘otra’ hija de Teresa..., la lista de la familia”. La más cálida de las tres Recuerdo un día que su madre se acercó a decirle, enfadada: “Oye, que ese peinado que le han hecho a Terelu no le queda bien”, y ella le respondió con impaciencia: “Lo ha escogido ella y cállate, que nos va a pegar bronca porque no se lo hemos dicho antes, ya sabes cómo se pone contigo...”. La madre se quejó: “¡No le puedo decir nada!”. Carmen casi rugió: “¡Yo sí, por algo soy la directora! Mañana ya estaré con ella cuando la peinen”. Teresa me miró y se alzó de hombros, como diciendo: “Ay, estas hijas...”. Después, cuando Carmen pasó al otro lado, no me sorprendió lo natural que resultaba porque había transitado por la vida como una persona anónima y normal, algo que su madre y su hermana nunca habían hecho. Por ese motivo, es fácil empatizar con ella, es la más cálida de las tres y se va a llevar a la audiencia de calle. María Teresa Campos siempre ha sido joven “El que ha sido joven, es joven para siempre”. Yo se lo oía decir siempre a mi padre, pero la frase es de Picasso. Y Teresa siempre ha sido joven. Hace mil años, recuerdo una noche en que fui de copas por Sevilla con ella, Carmen Rigalt y Pilar del Río. ¿Y de qué hablamos? ¡Pues de chicos, como todas! Este me gusta, este de allá no me hace caso, qué os parece, me va detrás o no... Cada vez que se enamoraba sus ojos brillaban más, tenía mejor cutis, se le pasaban todos los males. ¡Madre mía con Bigote Arrocet! Además de que nos obligaba a llamarlo Edmundo, hablaba de él como si fuera Frank Sinatra, Onassis y Gustavo Adolfo Bécquer, todo en una pieza. María Teresa Campos Cuando tuvo que ser ingresada por un problema de vesícula, yo iba a escribir una columna despotricando contra Edmundo , que apenas iba por el hospital, pero antes avisé a Terelu, quien me rogó que no lo hiciera: “No se lo merece, es muy bueno”. Le dije que bromeaba sin dar importancia a lo de Teresa. “A mi madre le encanta ese sentido del humor... Estamos muy contentas porque la vemos feliz con él y se lo agradecemos”. Sus hijas sabían que Edmundo era su gasolina para vivir y la arropaban, aunque lloraran por dentro. Después, claro, todo fue poco para denigrar a Bigote. “Cerdo”, lo llamó Terelu, y Carmen, “asqueroso”, el sábado pasado en televisión. Las hijas han sido mucho más duras con él que la propia madre, cuyos ojos siguen iluminándose cuando pronuncia su nombre. Si Bigote quisiera volver con ella, ¿se atrevería a desafiar a las hijas, a la nieta, a sus amigos, al mundo entero que le grita que este hombre no la merece? Sus hijas, su nieta, sus amigos, el mundo entero la quieren, pero... no viven con ella. Creo que, en el fondo de su corazón, Teresa todavía sueña con que Edmundo regrese a su lado, con sus bromas, sus camisetas, su locura de artista. Frente a la chimenea de ese piso al que va a trasladarse, en lo más duro del invierno, cuando las tormentas hagan crujir las ventanas, Teresa le cogerá la mano y podrá decirle a la soledad que se vaya a llamar a otra puerta.