Fuiste el más grande, tenías la mejor voz y eras guapo y turbador como un ángel caído. Una vez fui a comer contigo en Madrid y nos tuvieron que sacar por la puerta de atrás porque las multitudes habían tomado la calle para verte.
Sí, pero…
Han salido estos estos días unas imágenes tuyas muy crudas, crueles y tal vez ridículas, que preferiría no haber visto. No sé qué te pasa. No son los años porque ahí están Raphael y Julio dando entrevistas y conciertos por todo el mundo. Pero nos han dolido, a mí y a todos los que te admiramos. Y por eso me atrevo a echar esta carta de reyes anticipada. Compañeros, en este tiempo navideño, hagamos un acto de buena voluntad para proteger aquel recuerdo de Camilo en lo más alto, ¡él y nosotros nos lo merecemos!