“¿Si me ponen señoritas semidesnudas en tanga en ‘Supervivientes’, qué les diré? ¡Que se tapen, para que no les ataquen los mosquitos!”, así de contundente se muestra Bigote Arrocet, y cuando le hago la misma pregunta a María Teresa Campos, me contesta con cierta chulería: “Pues, oye, Pilar, lo que menos me preocupa de todo esto son… ¡las señoritas!”. Sigo sin piedad: “Así, ¿estás tranquila?”. “¡Por supuesto!”. Pero, por si las moscas, el 15 de abril, poco antes de que Edmundo viaje a la isla, Teresa parte de vacaciones. Yo sé dónde, pero he jurado por lo más grande que no lo voy a decir (veremos cuánto me dura lo más grande…).
Más cosas me contó Bigote de su nueva aventura, extraídas con el mismo instrumental con que los dentistas arrancan muelas: “Me pongo en forma nadando una hora diaria”, “Estoy dejando de teñirme el pelo”, “alternaré un neopreno de colores de pierna larga y mangas, con un bañador”, “no me importa pasar hambre, al lado de Teresa me he acostumbrado a comer poco, pero sí temo al frío”, “seguramente me defenderán Meli Camacho o Silvia Tortosa”. Al final, en el pasillo, le pongo el pie en el cogote, justo debajo de la foto gigante de su amada, y le exijo: “¡Dime por qué lo haces, Edmundo, por qué!”. Y él me responde: “Porque es una cura de humildad. Me solidarizo con los 3.000 millones de personas que pasan hambre en el mundo. Es una limpieza espiritual … Y sí, también lo hago por dinerito”.