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Un amigo de don Juan Carlos se perdió hace pocos años en el recinto privado de la Zarzuela. Iba a visitarlo, convaleciente de una de sus operaciones, pero en vez de entrar en las estancias del rey, abrió la puerta de un saloncito de la reina. Frente al televisor, estaban las dos hermanas griegas, Irene y Sofía, con una mesita delante con la cena, viendo la televisión. Era un programa cómico de una cadena inglesa y las dos hermanas comían y, a la vez, reían a carcajadas. El hombre cerró la puerta silenciosamente sin que ellas se dieran cuenta. “Me impresionó, porque las vi tan extranjeras, tan ajenas a todo…”.