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Cuando Felipe era pequeño y algo indisciplinado, porque su madre lo criaba entre algodones, sugirieron a Sofía que lo ingresara en el mismo internado alemán en el que ella estuvo cuatro años: la escuela Kurt Hahn de Salem, colegio mixto (chicos y chicas en edificios separados), uniforme asexuado, frío, comida escasa y disciplina militar. Sofía sacó el carácter de su bisabuelo el káiser y gritó: “¿En Salem? Ni pensarlo. ¡No, nunca! ¡Ni el príncipe ni las infantas!”. El internado al que fue Sofía es similar, aunque con distinto nombre, al que, a partir del mes de septiembre, va a incorporarse la princesa de Asturias, y es lógico pensar que Letizia no ha consultado con su suegra la conveniencia de que Leonor, una niña sensible que hasta ahora no se ha movido del lado de sus padres, se someta a la dura disciplina que marcó la infancia y adolescencia de la emérita.