Viajo al sur y me cuentan que Antonio Banderas ya está viviendo casi permanentemente en su Málaga del alma. “Después de su infarto, su tierra le tira y se ha instalado en su ático de la calle Alcazavilla, donde tiene la vista más fabulosa de la ciudad”. Al lado, los antiguos cines de la plaza de la Merced, donde piensa poner un teatro que él mismo dirigirá.
El proyecto se presentará en el mes junio, y necesitará la supervisión directa del gran actor, que quiere volver a dirigir películas, también en Málaga, además de seguir diseñando su colección de moda. Pregunto si podemos dar por cerrada su etapa londinense y mi interlocutor, un periodista amigo suyo, se encoge de hombros y me dice: “Creo que sí, Antonio es muy crítico con Donald Trump y no le apetece regresar a Estados Unidos. Ha terminado ya sus dos cursos en la escuela Saint Martins en Londres y, además, a Nicole le gusta mucho Andalucía”. En un estanque que tiene en la azotea de su recién estrenado hogar, y que ha enseñado en el Diario Sur, Banderas ha grabado estos versos de Manuel Alcántara: “A la sombra de una barca/me quiero tumbar un día;/echarme todo a la espalda/y soñar con la alegría”. Ele.