Arantxa Sánchez Vicario ejecutó la semana pasada la jugada que la librará de la cárcel. La extenista, que se enfrentaba a una petición de cuatro años de prisión por ocultar su patrimonio para evitar el pago de una deuda millonaria con el Banco de Luxemburgo, reconoció los hechos, se mostró entre lágrimas totalmente arrepentida y recuperó la voz para señalar directamente a su exmarido, Josep Santacana, como el único responsable de todos sus males. “Yo quería pagar, pero él me dijo que no. Que mejor que pagarle al banco era que tuviéramos nosotros el dinero. Me fie de él. Me arrepiento”, contó la deportista el 12 de septiembre en su declaración como acusada, en la primera sesión de un juicio celebrado en la Ciutat de la Justícia de Barcelona.
La extenista y el empresario se casaron en 2008, era la segunda boda de Sánchez Vicario tras pasar por el altar con el periodista Joan Vehils. Un año después, Santacana pasó a gestionar el patrimonio de su mujer después de que esta cortara toda relación con sus padres, familiares y amigos. De hecho, los padres de la deportista trataron de disuadir a su hija de la inconveniencia y peligrosidad del personaje y encargaron al detective Paco Marco, director de la agencia Método 3, un informe sobre Santacana.
El trabajo del investigador ya advertía en su momento de que el empresario acumulaba numerosas deudas y de que había procedido de manera poco fiable con anteriores parejas a las que, como en el caso de la tenista, aislaba completamente de su círculo de confianza para después pasar a encargarse directa y exclusivamente de la gestión de su patrimonio. Sánchez Vicario hizo caso omiso a las advertencias familiares y se casó con Santacana. Fue precisamente en esa época, poco después de la boda, cuando el Banco de Luxemburgo llamó a la puerta. La entidad había prestado un contra aval para que Arantxa pudiese afrontar una condena por fraude fiscal y exigía la devolución del dinero: más de cinco millones de euros que a día de hoy, con los intereses, suman ya 6,6 millones. Según la tres veces campeona de Roland Garros, en aquel momento tenía patrimonio de sobras para hacer frente a la deuda. Pero Santacana, siempre según su versión, la convenció para que no lo hiciera.
Además de cuentas bancarias en Andorra y Suiza, Arantxa poseía entonces una quincena de inmuebles en España, incluidas viviendas de lujo en Barcelona, la Costa Brava, Andorra o el Pirineo catalán. La Fiscalía considera que, bajo las “consignas” de Santacana y mediante el uso de testaferros, la pareja se deshizo de ese patrimonio inmobiliario y traspasó las ganancias de su venta a sociedades en Estados Unidos gestionadas por Santacana. “Yo seguía los pasos de mi marido. Me fie de él. Me dijo que no me preocupase de nada, que él se ocuparía de todo. Nunca me dio explicaciones de nada, ni las pedí. Me daba documentos en blanco para que los firmase”, aseguró la deportista.
“Me he arrepentido”
La descapitalización fue obra y gracia, aseguró la deportista, de su exmarido que durante la declaración se mantuvo en el banco de los acusados, a pocos metros de Sánchez Vicario, negando contundentemente con la cabeza algunas de las afirmaciones de la deportista. Tras otorgarle plenos poderes, Santacana se hizo cargo de un proceso que, por entonces, Arantxa ignoraba: “Él eligió a los testaferros, daba todas las órdenes, fijaba los precios de venta, iba a las notarías...”, relató la acusada. Su versión es que tardó, pero que comprendió plenamente lo que es- taba pasando, años más tarde, cuando la pareja se separó en 2018. “Me he arrepentido. Y quiero que se sepa toda la verdad”, aseguró la deportista. La extenista decidió entonces empezar a pagar la deuda: alcanzó un acuerdo con los abogados del Banco de Luxemburgo en virtud del cual entrega la mitad de todo lo que ingresa a la entidad. Hasta la fecha ya ha devuelto 1,9 millones de euros. “Estoy haciendo un esfuerzo estratosférico”, aseguró Arantxa.
En su primera declaración tras la querella presentada por el Banco de Luxemburgo, Arantxa afirmó que su padre ya fallecido, Emilio Sánchez, se había encargado de gestionar su patrimonio y que ella y Santa- cana no tenían nada que ver con la deuda. En 2012, la medallista olímpica publicó su libro de memorias, ‘¡Vamos!’, en el que arremetía muy duramente contra sus padres y del que, según verbalizó llorando durante el juicio, se arrepiente “muchísimo” por el daño que supuso a su familia. La fiscal le preguntó la semana pasada expresamente por qué había cambiado su versión. Fue, de nuevo, cosa de Santacana, aseguró: “Él me obligó a decir eso, me dijo que era empresario y que él sabía lo que estaban haciendo, que no me preocupara que se encargaría de todo. Me equivoqué y por eso estoy aquí”.
La extenista aprovechó para afirmar que, cuando se conocieron, su marido solo había trabajado de subastero y que no disponía de ningún capital: “Vivía de mi dinero”. En una intervención de apenas media hora, la acusada recordó que en su trayectoria como tenista llegó a ganar “entre 20 y 30 millones de dólares”. Pero no sabe dónde puede estar ahora mismo lo que quede de ese patrimonio, aunque sospecha que sigue en manos de Santacana, que también gestionaba las cuentas suizas y andorranas. De hecho, ha presentado una demanda en Estados Unidos para averiguarlo. En España ya no queda ninguna propiedad a nombre de Arantxa Sánchez Vicario, que vive de alquiler con sus dos hijos en un apartamento de Miami, donde da clases particulares de tenis y sobrevive, según ha contado, de las ayudas económicas de algunos amigos. Al resarcir el daño causado y colaborar con la justicia, Arantxa ha logrado que la Fiscalía rebaje a la mitad, de cuatro a dos años, su petición de cárcel, y además se solicitará que la ejecución de la pena quede en suspenso, por lo que eludirá la prisión.
Santancana lo niega todo
Pero la verdad de Santacana es otra. El empresario aseguró en el juicio que en ningún momento se benefició del patrimonio de su exesposa y, ante la pregunta de su abogado sobre si “en algún momento ha llevado a cabo alguna operación o ha asesorado a Arantxa Sánchez Vicario con la finalidad de ocultar su patrimonio”, lo negó rotundamente. Santacana aseguró que él no era quien daba órdenes a los gestores y abogados encargados del patrimonio de su exmujer. Desmintió que él participara en la gestión de las sociedades de Sánchez Vicario y que se negara a pagar la deuda con el Banco de Luxemburgo. De hecho, aseguró que en las tres reuniones que se celebraron con la entidad bancaria antes de que esta decidiera emprender acciones legales, él solo fue para “acompañarla”.
En el trámite de conclusiones finales del juicio, la fiscal valoró que debe añadirse una atenuante de confesión y otra de reparación del daño para Sánchez Vicario. El letrado de la defensa de la deportista aceptó la pena de dos años que le solicitan las dos acusaciones. La extenista también ha visto reducida la multa que se le reclama: de ser condenada, deberá pagar 5.400 euros en lugar de los 8.640 que le reclamaban al principio y aún reclaman a Santacana. Además, los dos se enfrentan a la obligación de pagar conjuntamente 6,6 millones de euros al Banco de Luxemburgo en concepto de responsabilidad civil por la deuda todavía no sufragada.
Un pasado incierto
En la tercera sesión del juicio se presentaron dos informes periciales contrapuestos que discrepan sobre si ella tenía el patrimonio suficiente para hacer frente a la deuda con el Banco de Luxemburgo. El informe de parte de Santacana señala que, a inicios de 2010, su entonces mujer tenía un patrimonio de 7,8 millones en inmuebles en España, además de activos inmobiliarios en Andorra, que podía vender para conseguir liquidez y saldar la deuda. Sin embargo, el informe del Banco de Luxemburgo expone que algunas de las sociedades titulares de estos activos estaban a nombre de Santacana, no de Sánchez Vicario, por lo que considera que al vender los inmuebles hubo “un auténtico cambio de manos de unos cinco millones de euros” y, por tanto, la responsabilidad era compartida.
También se quiso hacer constancia sobre el hecho de que Santacana ya tenía un buen nivel de vida antes de comenzar la relación sentimental con la deportista. El perito de parte manifestó que el empresario estaba “aportando fondos a la unidad familiar” con el objetivo de contribuir a mejorar la situación económica, en contra de la imagen que se ha dado de él, según la cual se aprovechaba de la extenista. Una afirmación que contrasta con el informe patrimonial que realizó en su momento la agencia Método 3 donde solo se reflejaban deudas. El caso está listo para sentencia.