Se cumple una década de la misteriosa muerte de Mario Biondo

MAYKA NAVARRO
Mayka Navarro

Periodista especializada en sucesos y en ‘true crime’

La asistenta de la pareja encontró el cuerpo sin vida de Mario en el domicilio familiar. Raquel estaba de viaje. El caso fue resuelto como suicidio pero la familia del italiano está convencida de que fue asesinado.

El cámara italiano Mario Biondo murióen su domicilio familiar de Madrid el 30 de mayo del 2013. Desde entonces, su fallecimiento ha generado un sinfín de especulaciones después de que la familia de la víctima, y muy especialmente su madre, se resistieran a dar por bueno el resultado de la investigación judicial y policial que concluyó, tanto en España como en Italia, que el hombre se había suicidado. Diez años después, Netflix estrena el 3 de agosto el documental ‘Las últimas horas de Mario Biondo’, que se hace eco de la batalla familiar en los tribunales italianos, donde la madre defiende con vehemencia que su hijo fue asesinado.

Un día fatídico

El fatídico día, sobre las tres y media de la tarde, Raquel Sánchez Silva telefoneó con insistencia a su marido. Mario no había aparecido en los platós del programa ‘MasterChef’, donde trabajaba como cámara, y uno de los productores la llamó para preguntar. 

Preocupada por la ausencia de noticias de Mario, Raquel telefoneó a la mujer que trabajaba en las labores doméstica en su casa, que se acercó lo más rápidamente que pudo al piso de la pareja. La mujer accedió al domicilio llamando en voz alta por Mario, al que encontró colgado de la librería del salón. Asustada, salió corriendo a la calle y detuvo a la carrera a una patrulla de la Policía Nacional. Los agentes no pudieron hacer nada por la vida del hombre. 

El cuerpo ya estaba frío, rígido. “Se encuentra en suspensión parcial, vestido con una camiseta roja y pantalón de pijama verde oscuro a rayas, con un pañuelo anudado en un extremo alrededor de su cuello y el otro en una de las estanterías del salón”, anotaron los policías en su primer informe. Un documento que también hacía hincapié en el hecho de que la casa estuviera en orden, que no se observara ningún signo de lucha, ni nota de suicidio, ni medicamentos o sustancias estupefacientes a la vista. Las ventanas estaban cerradas y la puerta no parecía estar violentada.

Raquel estaba en Plasencia

La muerte de su marido había pillado a Raquel en Plasencia, donde vive su familia. Los policías alertaron a un equipo de psicólogos del Samur que la atendieron a su llegada a Madrid. En ese momento contó a los agentes que la noche anterior habían discutido por sus planes de paternidad pero que se habían despedido antes de dormirse con un cariñoso mensaje. Explicó el miedo que tenía Mario a ser padre, los episodios puntuales de depresión que sufría y que ella atribuyó a un pasado de abusos con las drogas, ya superado. Raquel aseguró que en algún momento su marido verbalizó la posibilidad de suicidarse, pero que nunca lo tuvo en cuenta, ni pensó que fuera en serio.

Esa madrugada, los forenses de guardia del Instituto Anatómico Forense realizaron una primera autopsia que determinó que la muerte se había producido por ahorcamiento por asfixia mecánica. La autopsia evidenciaba la ausencia de signos de violencia, salvo algunos moratones en las piernas. Los forenses anotaron textualmente: “Se trata de una muerte violenta, de etiología médico legal presumiblemente suicida”. Los resultados de los análisis de sangre tardaron más días y confirmaron que la víctima había consumido aquella noche alcohol, cocaína y que había restos de varios medicamentos. La familia de Mario se desplazó inmediatamente a Madrid y solicitó que no fuera incinerado. Además de ser profundamente religiosos, desde el primer momento desconfiaron de la posibilidad del suicidio. Finalmente el cuerpo fue embalsamado y tras los trámites de repatriación, viajó a Palermo donde fue enterrado en una ceremonia multitudinaria en el panteón familiar.

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Ruptura con la familia

Ni Raquel ni su familia política aceptaron en ese momento la idea del suicido. En esos días llegaron a firmar un comunicado de prensa conjunto en el que aseguraban: “Mario no se suicidó. Mario quería vivir”. Esa sintonía en medio de la desolación duró hasta que la madre empezó a sopesar la idea del asesinato para la que no contó con la complicidad de su nuera, sumida en la más profunda de las tristezas y que se apeó con contundencia del tren de las especulaciones. En esta última década, la familia Biondo ha conseguido realizar tres autopsias y dos exhumaciones, acompañadas de denuncias e iniciativas en los juzgados españoles e italianos que han provocado la ruptura total con la presentadora.

No aceptan el suicidio

Cuando no habían pasado ni siete meses de la muerte del cámara, su familia solicitó la primera de las exhumaciones. Durante estos años, dos fiscales italianos se trasladaron a los juzgados de la Plaza de Castilla en Madrid, donde interrogaron a todos los testigos que aparecían en el sumario del caso. Además, contrataron a dos forenses que realizaron una reconstrucción digital de la muerte de Mario en la que cuestionaban la opción del suicidio por la posición del cuerpo en la librería. Ni siquiera consideraban que fuera un accidente y planteaban abiertamente la necesidad de la participación de una tercera persona. “La posición del cuerpo sería incompatible con un posicionamiento voluntario en el ámbito de una dinámica suicida; y las fuerzas físicas en juego no habrían permitido que la cabeza apareciese en la posición en que se encontró”, advertían.

Tres autopsias

La segunda exhumación del cuerpo tuvo lugar el 5 de noviembre de 2018, a petición de las autoridades italianas. El Instituto Anatómico de la Policlínica de Palermo fue el encargado. Durante esta década, las tres autopsias realizadas por diferentes forenses oficiales han dictaminado que Mario Biondo se quitó la vida voluntariamente, se suicidó. Sin embargo, su familia no tira la toalla, se resiste a aceptar la tesis oficial y sigue adelante con su batalla judicial, social y mediática. Una contienda en la que la familia del italiano señaló directamente a la presentadora española acusándola de ocultar información y de obstaculizar la investigación sobre lo que ocurrió aquella tarde en su casa. 

Hambre de justicia

En un intento desesperado por demostrar que su hijo no se suicidó, sino que fue asesinado, Santina Biondo llegó a publicar la fotografía en la que aparecía su hijo colgado, apoyado sobre la estantería. “El hambre de justicia es lo que hizo que publicara la imagen de mi hijo. Lo hice para abrir bien los ojos a la opinión pública española porque en Italia nadie dio credibilidad a la pantomima del suicido”, justificó la mujer. 

Impotente, cansada y dolorida, siete años después de la muerte de su marido, en noviembre del 2020 Raquel Sánchez presentó una denuncia contra la familia de su marido en las dependencias de la Unidad Central de Ciberdelincuencia de la Policía Nacional. La denuncia venía acompañada de un anexo con los innumerables mensajes de acoso y amenazas recibidos en los últimos tiempos y que se habían intensificado tras el nacimiento de sus dos hijos, mellizos, fruto de su relación desde enero del 2014 con el productor audiovisual argentino Matías Dumont. La justicia dio la razón a la presentadora. La Audiencia Provincial de Madrid condenó a Giuseppe Biondo, Santina D’Alessandro y Emanuela Biondo, al padre, la madre y a la hermana de Mario, por una falta de vejaciones contra Raquel. “Qué pronto se ha consolado la viuda alegre” o “su dolor es falso” son algunos de los comentarios que publicaron los familiares del cámara en sus cuentas de Twitter y Facebook y por los que se les condenó a pagar 3.000 euros a la presentadora por daños morales y una pena de ocho días de “localización permanente a cada uno de ellos”

Los padres de Mario Biondo

Un documental polémico

El documental de Netflix reabrirá el debate. Atentos al arranque del fragmento con el que se ha publicitado la cinta en las últimas semanas, con una voz distorsionada que dice:  “¿Señora D’Alessandro? No me conoce. Soy el representante de una empresa tecnológica de EE UU. La llamo porque tenemos pruebas de que la noche que murió su hijo, había al menos dos personas en casa. Santina, su hijo no estaba solo”. Además del mayúsculo interés que la serie de tres capítulos ha despertado, su preparación no ha sido un camino fácil. Dejando de lado la laboriosa investigación que ha conllevado más de 300 entrevistas, la familia del difunto marido de Raquel Sánchez Silva cambió de opinión durante la elaboración del documental. Si bien en un principio los padres de Biondo aceptaron participar en el proyecto, firmaron la cesión de derechos e incluso concedieron una entrevista en Roma a finales del pasado año, terminaron dando un repentino volantazo y desvinculándose de un proyecto que han criticado duramente.

No piensan rendirse

La crisis surgió cuando supieron uno de los nombres que hay detrás del trabajo: Guillermo Gómez. Con su empresa Manguera Films, Guillermo Gómez es uno de los productores ejecutivos de ‘Las últimas horas de Mario Biondo’ y en su momento fue mánager de Raquel. En el momento en que los padres del fallecido confirmaron la presencia del manager, aseguraron sentirse “utilizados” y advirtieron que no se podía utilizar nada del material que habían aportado. Lo mismo hizo el que fuera mosso d’esquadra, actual criminólogo y uno de los investigadores que más ha trabajado en el caso, Oscar Turruella.

El pasado 1 de agosto, la justicia italiana cerró el caso Biondo de manera definitiva. La decisión final llegó con el sobreseimiento de la causa, que la familia del fallecido logró reabrir en su país natal después de que en España se diera por válida y oficial la versión del suicidio. Archivadas pues todas las causas judiciales, la familia Biondo insiste en que no piensan rendirse para luchar, aseguran, por la verdad en la muerte de su hijo.