Una hora duró la vista celebrada el pasado lunes día 13 en la corte de la isla tailandesa de Ko Samui donde compareció nuevamente Daniel Sancho. El madrileño de 29 años, y en prisión provisional desde el pasado 7 de agosto, negó ser culpable del asesinato premeditado del colombiano Edwin Arrieta en la isla de Phangan, así como de haber hecho desaparecer el pasaporte de la víctima, dos de los tres cargos que hay en su contra. En cambio, sí se declaró culpable de descuartizar y tratar de hacer desaparecer partes de su cuerpo.
Rapado casi al cero
La comparecencia arrancó casi una hora más tarde de lo previsto, a las nueve de la mañana y contó con la presencia del padre del acusado, Rodolfo Sancho. Especialmente amable y empático con los numerosos periodistas de medios de comunicación españoles desplazados a Tailandia para seguir la vista, el actor aseguró que confiaba en la justicia y negó, como lo haría su hijo un rato después, cualquier premeditación en el crimen y afirmó que la muerte se produjo accidentalmente en el transcurso de una pelea entre ambos. Daniel Sancho llegó a la corte con el uniforme penitenciario tailandés, una camiseta de manga corta y pantalón naranja con pernera a media pierna. Con chancletas, rapado prácticamente al cero como es obligatorio en las cárceles del país asiático y con mascarilla sanitaria, también obligatoria cada vez que abandonan la prisión para cualquier gestión. Llegó cabizbajo, esposado y custodiado por dos policías, como se pudo ver en unas imágenes que grabaron en exclusiva los reporteros del programa ‘Vamos a Ver’ desplazados a la isla.
Sí admitió descuartizarlo
La comparecencia se realizó a puerta cerrada. En la sala le esperaban el magistrado, el fiscal Jeerawat Sawatdichai, que ha llevado el caso, el abogado de oficio Krit Sudthanom, que tras la vista quedó relegado del proceso, un traductor oficial del tailandés al español, tal y como había solicitado Sancho en la anterior vista que había sido suspendida, un representante de la embajada española en Tailandia y el letrado, también tailandés, de los intereses de la familia de Edwin Arrieta. Sancho no debía explayarse ni argumentar las respuestas a las preguntas del magistrado, solamente responder si se declaraba culpable o no culpable de cada una de las acusaciones que le imputa la fiscalía y que le leyó el magistrado. Respondió no culpable ante la acusación de asesinato con premeditación. Exactamente dijo: “Claro que no”. Respondió la misma no culpabilidad ante el robo del pasaporte del colombiano y sí admitió el descuartizamiento y posterior ocultación del cuerpo.¿Y ahora qué? Pues el magistrado tiene que decidir si mantiene la tesis de la fiscalía y fija una fecha para el juicio con las tres acusaciones, o bien da por buenos los argumentos de la defensa, que asegura que no hay indicios suficientes pero sí múltiples contradicciones que no respaldan la premeditación del crimen. En el primero de los supuestos, Dani Sancho se enfrenta a una acusación castigada con la pena capital, que después se computa por una cadena perpetua. Pero antes, el 27 de noviembre se celebrará una nueva vista en la que tanto la fiscalía como la defensa presentarán sus pruebas.
La defensa de Sancho, que en España coordina el abogado Marcos García Montes, ya ha conseguido contratar a un nuevo abogado privado tailandés que, tras la vista, solicitó la venia al letrado de oficio y ya se encarga del caso. Este representante legal hace suya la tesis de la defensa, que pasa por demostrar que Daniel y Edwin mantuvieron aquella madrugada una pelea en la habitación del hotel, que el colombiano murió accidentalmente por un golpe en la cabeza y que el madrileño decidió ocultar el cadáver tras descuartizarlo previamente con uno de los cuchillos que había comprado para cocinar en la isla.
Un nuevo abogado
Durante la pelea Edwin habría mordido a Daniel en un brazo, y cuyas marcas pretenden los abogados demostrar que corresponden al colombiano, a partir de forenses especializados. La policía Tailandesa ha sostenido desde el primer momento que el crimen de Arrieta fue premeditado. Y sustentan la acusación con las imágenes de Sancho comprando en dos supermercados de la isla algunos de los utensilios que después utilizó para descuartizar y luego deshacerse del cuerpo del que era su amigo. Cuchillos de cocina, bolsas de basura de tamaño industrial, guantes de plástico, artículos de limpieza y lejía. Todo un material que, asegura la defensa, Sancho adquirió para cocinar, puesto que ese era su oficio, y no descartaba aprovechar su estancia en la isla para grabar contenido para su canal de cocina.
Múltiples contradicciones
Incide además la defensa en las “múltiples contradicciones” que en estos últimos tres meses ha incurrido la acusación, tanto la policía como la fiscalía. En su momento, el número dos de la policía Tailandesa aseguró que Edwin Arrieta había sido degollado. Pero finalmente la fiscalía tuvo que admitir que había sido “imposible” determinar la causa de la muerte ya que nunca se localizó el torso de la víctima. Otra de las contradicciones que señala con insistencia la defensa es que la policía se refirió en un principio a una sierra y a un machete que habrían sido utilizados por Sancho para descuartizar el cuerpo. Estos dos instrumentos han desaparecido del informe final de la fiscalía sin ninguna justificación.
Una nueva investigación
La defensa confía en que el juez tipifique la muerte como un homicidio imprudente, lo que supondría también iniciar una nueva investigación por parte de la policía. El cocinero ha negado también cualquier responsabilidad en la desaparición del pasaporte del médico, pero sí admite el descuartizamiento. ¿Por qué? Pues porque la legislación en Tailandia equipara el delito de ocultación de un cadáver con la profanación, que se castiga con un año de cárcel. Por tanto, asumible en su intento de alcanzar una condena que le permita en un tiempo razonable gestionar su extradición a una prisión española.
Hay que recordar que Daniel Sancho se declaró culpable del asesinato y el descuartizamiento del cirujano colombiano cuando pasó a disposición judicial el 7 de agosto, tras su confesión dos días antes en la comisaría de la isla de Phangan ante la policía tailandesa. El abogado Marcos García Montes no pudo esta vez acompañar a Sancho en Tailandia al encontrarse en Melilla en un juicio importante. Su estrategia pretende a su vez tratar de conseguir la nulidad de las actuaciones basándose en que durante toda la instrucción el acusado no contó con traductor oficial. Ni siquiera el día que realizó la reconstrucción del crimen en el apartamento del hotel en el que murió al cirujano y durante la que Sancho confesó el crimen y la manera en la que descuartizó el cuerpo. Una confesión que se hizo sin traductor independiente, pero sí con la presencia de una traductora que habitualmente trabaja con la policía y que, a criterio de la defensa, tradujo de manera parcial e interesada lo que trasladaba y traducía del acusado. La familia del médico siempre se ha mostrado confiada en la justicia tailandesa y reclaman una condena ejemplar, aunque no creen en la pena de muerte. “El único que quita y da la vida es Dios”, asegura la hermana mayor de Edwin Arrieta. Hace dos semanas contrataron a un abogado tailandés para estar presente en la causa.
El joven cocinero madrileño conoció al médico hace un año en Instagram, donde compartían el gusto por la buena gastronomía y los viajes. Tras varios encuentros, que según la confesión de Sancho incluían amistad, sexo y dinero, los dos hombres se citaron en la paradisíaca isla tailandesa de Koh Phangan para asistir a la fiesta de la luna llena. Sancho llegó un par de días antes. El miércoles 2 de agosto, tras recoger en moto a Arrieta, pasear por la isla y cenar juntos, presuntamente asesinó a su amigo en el contexto de una pelea en la que, según la versión del joven, el médico le coaccionó con hacer públicas imágenes de contenido sexual si Sancho lo dejaba. La policía encontró las supuestas amenazas de muerte de la víctima en el teléfono del acusado, que declaró sentirse “rehén” de la obsesión de Edwin Arrieta.