Artur Segarra, el precedente de Daniel Sancho: el español que cumple cadena perpetua en Tailandia

MAYKA NAVARRO
Mayka Navarro

Periodista especializada en sucesos y en ‘true crime’

El cocinero Daniel Sancho Bronchalo, hijo de los actores Rodolfo Sancho y Silvia Bronchalo, detenido en Tailandia el pasado 5 de agosto como autor confeso del asesinato del médico colombiano Edwin Arrieta, se suma al cerca del millar de españoles encarcelados en prisiones en el extranjero. Hablamos de 907 personas, 792 hombres y 114 mujeres recluidos en cárceles de 69 países, entre los que se encuentra Artur Segarra, que cumple cadena perpetua en una prisión de máxima seguridad de Bangkok por secuestrar, torturar, asfixiar y descuartizar al también español David Bernat, en 2016, en Tailandia. En su caso, Segarra arrojó los restos del cadáver al río Chao Phraya, que atraviesa la capital.

El caso de Daniel Sancho hace pensar irremediablemente en el de Artur Segarra. Hay multitud de similitudes en ambos sucesos. La captura de este último, sin embargo, fue bastante más compleja. El asesinó huyó a la vecina Camboya, después de que una pareja de españoles que hacían turismo en el país del sudeste asiático lo identificaran en un restaurante de la provincia de Surin, en el este del país, donde intentaba pasar desapercibido. Los turistas no tuvieron dudas cuando alertaron a las autoridades tailandesas, porque el rostro de Segarra se había hecho habitual en las televisiones que dedicaron muchísimas horas a detallar el crimen y la huida del sospechoso. La fuga finalmente duró poco y el sospechoso fue detenido en Camboia cuando no hacía ni dos días que había logrado acceder al país. Segarra fue entregado a las autoridades tailandesas y un año más tarde lo condenaron a muerte. Sus abogados recurrieron ante el Tribunal de Apelaciones, que falló en su contra. Más tarde lo intentaron de nuevo ante el Tribunal Supremo, que ratificó la pena capital. No parecía haber salida posible para el español y su caso provocó nuevamente una gran atención mediática. Pero la suerte acabó poniéndose de su lado.

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Cada 28 de julio, el excéntrico rey Maha Vajiralongkorn, celebra su cumpleaños con un gran acto en el convoca a miles de personas ante las que ordena el indulto a numerosos presos y conmuta penas capitales por cadena perpetua a otros tantos reclusos. Y entre los seleccionados de 2020 se encontraba Segarra, tras escribir una sentida carta al rey de Tailandia en la que aseguraba haber reflexionado, admitía por primera vez los hechos y pedía perdón a la familia de la víctima. Desde entonces cumple cadena perpetua y gestiona con sus abogados el camino de regreso para seguir cumpliendo la pena en España, que podrá solicitar a partir del año que viene.

La última ejecución mortal en Tailandia, con inyección letal, ocurrió en 2018, tras casi una década sin que se realizase ninguna. La legislación contempla hasta 60 delitos que pueden dar lugar a la pena capital y que van desde el homicidio hasta el tráfico de drogas. Aunque, a la hora de la verdad, los magistrados se decantan por condenas de cadena perpetua y evitan la pena de muerte. Artur Segarra se pasó años manteniendo su inocencia, insistiendo en que la verdadera asesina era la expareja de David Bernat, una tailandesa llamada Pritsana Saenubon, y que todo el proceso contra él no era más que un complot entre la mujer y la policía de Tailandia para presentar pruebas en su contra. Finalmente el español reconoció su crimen en la carta que, en 2020, desde su celda en la prisión de máxima seguridad de Klong Prem, envió al rey pidiendo una clemencia que le llegaría en el 68 cumpleaños de Vajiralongkorn.

En la misiva, Segarra admitió que mató a Bernat la noche del 19 de enero de 2016 tras una discusión con la víctima. Sin embargo, los investigadores lograron reconstruir el crimen y ofrecer otra versión de los hechos, aún con el mismo fatal desenlace. La policía sostiene que Segarra secuestró a Bernat, de 39 años, un ingeniero y consultor de telecomunicaciones de la pequeña localidad de L’Albi (Lleida). El hombre vivía en Teherán (Irán) pero pasaba largas temporadas en Bangkok, donde conoció e inició una amistad con Segarra, con el que contemplaba invertir para ser socios en algún negocio. El asesino retuvo a su víctima durante siete días en el apartamento que alquiló con premeditación para esconder primero parte del material que utilizó para el crimen. También compró un congelador de grandes dimensiones donde conservó el cadáver a medida que se iba deshaciendo de las partes. Tras extorsionarlo y torturarlo, lo asfixió y descuartizó. Las imágenes de varias cámaras de seguridad recopiladas por los investigadores mostraron que ambos hombres estuvieron de fiesta aquel 19 de enero en el Barrio Rojo de la ciudad, y que volvieron en moto de madrugada al apartamento alquilado por Segarra. Nu ca más se volvió a ver a Bernat con vida.

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Las autoridades no encontraron los restos del cadáver hasta el 30 de enero en el río. La policía mantiene que Segarra, durante el tiempo que tuvo secuestrado a Bernat, lo extorsionó para que la víctima le hiciera varias transferencias económicas. Los investigadores aportaron las imágenes de ambos llegando al apartamento del asesino; también de Segarra comprando los utensilios que después utilizó para descuartizar el cadáver, ad más de las bolsas de plástico con las que se deshizo de las distintas piezas. Además, se captaron imágenes del español saliendo de su piso en Bangkok en motocicleta y cargado con grandes bolsas y cajas, para regresar horas después sin los bultos.

En el apartamento de Segarra se encontraron asimismo rastros de sangre en las cañerías, cuyo análisis genético posterior en los laboratorios de la policía científica determinó que eran de la víctima. Los investigadores localizaron movimientos bancarios entre los dos hombres, con transferencias de hasta 930.000 euros de una cuenta que Bernat tenía en Singapur a Segarra. Entre España y Tailandia no existe un acuerdo de extradición para que un ciudadano español pueda ser juzgado en nuestro país por la presunta comisión de un delito en suelo tailandés. Lo que sí existe es un acuerdo “en materia de ejecución de sentencias penales”, firmado por ambos países en 1983, al que se acogen los españoles una vez condenados en Tailandia. Al que se acogerá Segarra y con seguridad Sancho si finalmente es condenado.