Las extrañas vacaciones de la familia real

Actualizado a 25 de agosto de 2016, 11:24

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Los Reyes y sus hijas, la princesa Leonor y la infanta Sofía, han aparecido en Mallorca con motivo de la misa de Resurrección, nunca mejor dicho porque parecen ellos mismos resucitados tras semanas de ostracismo. Los Reyes, afectados por la situación de interinidad política, tienen su agenda bajo mínimos y las niñas, como siempre, siguen con sus vidas de privacidad escolar. Menos mal que nadie se atreve a dejar de ir a Palma al menos un día en Semana Santa y una semana en Navidad, porque de lo contrario las apariciones serían aún más escasas.

Ni don Felipe ni doña Letizia han estado estos días en Marivent, aunque tampoco han ido muy lejos, ya que, debido a los atentados de Bruselas, tuvieron que acudir el pasado miércoles a mostrar su pésame en el libro de condolencias instalado en la Embajada de Bélgica en Madrid. En cualquier caso, cuando los Reyes toman unos días de descanso es muy difícil conocer su destino; es el gran misterio pues se considera un tema privado del que no hay que dar cuenta. Lo cierto es que lo hacían cuando eran Príncipes, pues esa fue una exigencia de doña Letizia, y lo siguen haciendo como Reyes ya que, a pesar de que suelen cumplir con lo estrictamente reglamentario al dejarse ver en Mallorca, lo cierto es que Marivent ha dejado de ser lo que era.

En realidad, la única que sigue fiel a la residencia oficial de verano es la reina Sofía quien en más de una ocasión había expresado su deseo de pasar allí su jubilación cuando dejara de ser reina consorte. Marivent es su refugio pero es mucho palacio para ella sola, ya que además del edifico principal existen tres edificaciones más, que en principio estaban destinadas para cada una de las infantas y para don Felipe, y también una serie de centros para la logística de servicios y seguridad que solo tienen sentido si el complejo está a tope.

La única salida posible sería que los Reyes ocuparan Marivent durante varias semanas al año no solo como lugar de descanso sino sobre todo como residencia alternativa a la Zarzuela en épocas vacacionales y la reina Sofía ocupara una de las residencias del recinto. La propiedad es del Govern Balear que se ocupa de mantenimiento del recinto y, a cambio, la familia real ha procurado hacer durante años una impagable campaña de promoción por todo el mundo. Desde hace años, sin embargo, ese acuerdo tácito se ha desequilibrado desde que doña Letizia, quizá con toda la razón, quiso huir del Marivent que habitaba el resto de la familia real y sus enredos, como cualquier nuera con dos dedos de frente huye de casa de sus suegros. Ahora podía volver, pero una vez probada la libertad es difícil volver a lo que ella considera una especie de prisión.

En cualquier caso, lo de la aparición en la misa de la catedral de Palma no es más que una manera de cubrir el expediente, pero algo es algo hasta que se resuelva el dilema.

El que no tiene problemas es el rey Juan Carlos que, una vez cumplida su misión histórica, se dedica a verlo todo desde lejos y cuanto más lejos mejor. La infanta Elena, quien al igual que su madre, ha conseguido salir indemne de la última crisis de la monarquía española, ha pasado unos días con sus hijos en la finca de unos amigos y el Viernes Santo apareció en el palacio real, junto a su tía la infanta Pilar y su prima Simoneta Gómez-Acebo, para asistir a la procesión del Cristo de los Alabarderos.

Y dejamos para el final a la infanta Cristina a quien el suplemento LOC, que tanto gusta a su cuñada, doña Letizia, ha situado en Vietnam pasando unas vacaciones de lujo junto a su marido, Iñaki Urdangarin, y sus cuatro hijos, Juan, Pablo, Miguel e Irene. La historia pudo ser verdad pero no es cierta, ya que el único que ha viajado al Sudeste Asiático ha sido Juan Urdangarin quien, junto a otros compañeros de Ecolint, la escuela internacional de Ginebra donde cursa estudios, participa en una especie de campamento solidario en un poblado ubicado en el delta del rio Mekong. Los alumnos de Ecolint y sus profesores han participado en la fabricación de unos hornos de biodiesel de acuerdo con el proyecto de una ONG. Nada que ver, desde luego, con hoteles de lujo y relax. La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin tienen sus propios agujeros negros pero, en honor a la verdad, no deben pasar penitencia por una escapada que no ha existido.

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