Jorge Javier Vázquez

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PEDRO PERNÍA

Yo no tendría ninguna relación sentimental –un novio, vamos– con un muchacho que votase a Isabel Díaz Ayuso

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Jorge Javier Vázquez

Escritor, presentador, actor y productor teatral

En las aplicaciones de ligue te ofrecen un montón de filtros para seleccionar a los futuros candidatos a novios, amantes o mediopensionistas: filtros de edad, por rol sexual, por estatura, por vello o ausencia de él. Pero a mi juicio falta que se añada uno fundamental: el de las ideologías. Yo, por ejemplo, no tendría ninguna relación sentimental –un novio, vamos– con un muchacho que votase a Isabel Díaz Ayuso. Me he quedado ya sin el aguante necesario para escuchar a gays defendiendo a la señora presidenta. Me producen entre vergüenza y rechazo. Y como si me echo un novio quiero pasearme por toda la ciudad colgado de su brazo y mostrarlo como si no hubiera un mañana, no quiero yo verme en la tesitura de estar tomando un refresco de cola frente a las Vistillas y que le dé por alzar su vaso al cielo al grito de “comunismo o libertad” o alguna gilipollez similar. Mira, no.

Yo no me estoy pasando la vida misma formándome para convertirme en lo que soy–un intelectual de tomo y lomo– para que me aparezca un zenutrio (con “z”) y eche por tierra todo mi esfuerzo. Porque ya que estamos siendo sinceros: prefiero morir torturado por Pablo Iglesias a fallecer acunado por las palabras de Isabel Díaz Ayuso, ya sea en modalidad discurso preparado o campando verbalmente a sus anchas. No sé qué es peor. Cuando lee, se nota que no entiende muy bien lo que dice y cuando se pronuncia por sí misma lo pasas fatal porque se ajardina con una facilidad pasmosa. Luego remata haciendo referencia al gobierno bolivariano y filoetarra y es entonces cuando te das cuenta de que todo ha llegado a su fin. En el momento en el que tira de esos conceptos es que o no tiene nada que decir o lo que va a decir no es verdad. Alguna de esas dos cosas sucede casi siempre.

 

La prueba de fuego

Estaba yo el viernes tonteando con un muchacho de Instagram y empecé a hacerme ilusiones. Pero claro, faltaba la prueba de fuego. ¿Votaría a Ayuso? Desplegué mis dotes de detective: “¿Vas a ir a la manifestación del domingo?”. Me desconcertó cuando me dijo que no sabía que había una manifestación a favor de la sanidad pública. No me anduve por las ramas: “¿No votarás a Ayuso?”. “No, no”, pareció escandalizarse y todo. “Va de progre y huele a naftalina”, contestó. “Yo es que no concibo que haya maricas que la voten”. “También los hay que votan a Abascal. Tontos los ha habido siempre”. Y al leer esas palabras descubrí al instante que me podría enamorar perdidamente de él. Como lo pienso, lo escribo. En un principio me pareció poético quedar con él en la manifestación porque nuestra primera cita no iba a ser como la de los demás, en un bar. Pero luego recapacité y pensé que no, que como dice siempre José Sacristán que decía su tía Nati: “Lo primero es antes”. Y lo primero en estos momentos es que la presidenta no siga desmantelando la sanidad pública. Porque nos jugamos la vida, esa misma a la que ella hace tanta referencia cuando arruga el entrecejo de manera regañona al hablar del aborto. Sanidad o Ayuso, no hay otra.