Hay personas con las que no sabes muy bien por qué estableces una relación que va más allá de lo profesional. No quiere eso decir que sea amigo de Alba pero sí que siento hacia ella una amalgama de sentimientos que desembocan en la ternura. Creo que mete mucho la pata porque antes de pensar actúa y luego, cuando se da cuenta de los líos que provoca con su inconsciencia, se recluye en casa a llorar a moco tendido. Lleva años repitiendo ese esquema de comportamiento y tampoco le ha ido mal del todo porque cuenta a su favor con una cautivadora ingenuidad y un potente sentido del humor.
Yo me cabreé con ella pero el cabreo me duró tres cuartos de hora porque considero que no es mala tía. Es una locuela feliz que destroza casi todo lo que toca pero también es una mujer que, aunque no lo parezca, está aprendiendo a mantener silencio ante asuntos que pueden afectar a su hijo. No se corta a la hora de rajar sobre Feliciano porque su relación con el tenista quedará como una anécdota en su vida pero guarda prudencia a la hora de hablar de Fonsi porque es el padre de su hijo. Y entiendo que si Alba y Fonsi iniciaran una batalla mediática éste podría salir bastante trasquilado. Alba está aprendiendo a sobrevivir en un mundo muy complicado. Pero creo que saldrá viva y reforzada porque la chica no es tonta y tiene ganas de luchar. Muchas veces me dan ganas de sentarme con ella y decirle “No, mira, por aquí no” pero me siento ridículo aleccionando a los demás cuando a veces me siento incapaz de domar mi vida. A vivir se aprende fallando y eso es lo que le toca ahora a ella. A fallar y a darle alegría a su cuerpo.