Nada más aterrizar en mi casa me pongo a ver ‘Salvar al Rey’, un documental dirigido por Santi Acosta en el que se analiza todo lo que se ha hecho en este país desde diversas instituciones/organismos para tapar los innumerables desmanes del emérito. Tras ver los episodios del brillante documental siento un profundo desasosiego. Una mezcla de tristeza, asco y miedo al comprobar la desvergüenza con la que se ha manejado Juan Carlos I durante muchísimos años de su reinado. Resulta imposible defender su figura después de ver el documental. No hay por dónde cogerla ni justificarla. Juan Carlos I no puede volver a España. Resultaría inmoral que alguien lo invitara y exhibiera como un gran trofeo –lo sucedido en Sanxenxo fue absolutamente vergonzoso– y sería una falta de respeto que un monarca que se ha pasado a sus súbditos por el mismísimo forro volviera a pisar nuestro suelo. Aconsejo a Belén Esteban, juancarlista convencida, que lo vea. Tras hacerlo, me escribe y me dice: “Estoy triste. Este trabajo deberían verlo todos los españoles”. Así es. Estoy de acuerdo con ella. Basta ya con intentar embaucarnos con la historia de los servicios prestados. Ya no cuela. Juan Carlos I pasará a la historia como un rey corrupto con demasiada querencia a esa buena vida repleta de excesos, vino y rosas.