Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

"Tras ver a los animales vivir plácidamente en su hábitat natural me pregunto qué derecho tenemos a venir con escopetas y asesinarlos por placer"

No es que los safaris me atrajeran mucho. Hace algunos años estuvimos haciendo uno en el Kruger de Sudáfrica y no guardamos un excelente recuerdo: madrugábamos muchísimo para ver de vez en cuando algún animal. Nada que ver con Tanzania. En Tarangire nos hemos cruzado cada dos por tres con manadas de cebras, elefantes, búfalos. Hemos visto a una leona acariciar a sus tres cachorros, a dos leones pegarse un atracón de búfalo y a un leopardo descansar en la rama de un árbol. Tras ver a los animales vivir tan plácidamente en su hábital natural me pregunto qué derecho tenemos a venir con escopetas y asesinarlos por placer. Ya sé que después de leer esto habrá muchos qué digan “¿y con qué derecho hablas tú así de los cazadores presentando los programas que presentas?”. ¿Cómo explicar el hastío que me producen comentarios tan ramplones? Suben una fotografía Silvia Abril y Andreu Buenafuente para ilustrar una acción benéfica que están llevando a cabo en Madagascar y en un tuit le aconsejan a ella después de verle las piernas que haga pilates. Así está demasiado a menudo el nivel en las redes. En el subsuelo. Esta mañana, antes de hacer un safari a pie, nos hacen firmar unos papeles que dicen que si nos mata un animal nuestros familiares no tienen derecho a percibir ningún tipo de indemnización. Por lo que pueda pasar le pido a P. perdón por haberle dicho que se pone muy coñazo cuando abre la maleta y ve la ropa desordenada. Él a su vez también me pide perdón por acusarme de ser más coñazo que él. Afortunadamente llegamos del safari a pie sanos y salvos. Exhaustos pero vivos. Después de almorzar y cumpliendo los requisitos del turista ávido de sensaciones diferentes me doy una ducha al aire libre. Cuando finalizo reparo en que en el suelo hay una caca de algún animal no identificado. Por algo nos recomiendan que, pasadas las seis y media de la tarde, ni se nos ocurra salir de nuestra habitación sin que nos acompañe alguien del campamento. Sucedió hace ocho años: un leopardo mató a una niña de seis años que abandonó su habitación en busca de sus padres, que estaban tranquilamente bebiendo en el bar. Nos meten tal miedo en el cuerpo que P. ni se atreve a salir de la habitación para echarse el último cigarrillo antes de irse a dormir.