Se presentaba una noche movida, porque Rocío Carrasco venía dispuesta a contestar a su familia, incluida su hija. Remarco lo de su hija porque entiendo que no debió ser agradable escuchar a Rocío Flores hablando con tanto desprecio de su madre. Pero Rocío ya no es la misma Rocío temerosa e insegura que callaba por miedo. No. Antológica es ya su frase “Yo no pienso moverme”, que es una declaración de principios en toda regla. Ese “yo no pienso moverme” viene a decirnos que después de tantos años viviendo agazapada se enfrenta a la realidad sin miedo y con ganas de que jamás le vuelvan a arrebatar su dignidad. Se acabó el vivir pidiendo perdón, esconder la cabeza bajo el ala, caminar de puntillas para pasar desapercibida con el fin de que nadie te pueda llamar “mala madre” por la calle.

Rocío fue contestando con tranquilidad a todas y cada una de las polémicas que habían ido surgiendo durante la semana. Estremeció el consejo que le dio a Gloria Camila: “Intenta salir de ahí”. De ese mundo tóxico y manipulado que la está convirtiendo en vocera de una realidad estratégicamente retorcida y que poco tiene que ver con la verdad.