Actualizado a
Cuando yo era pequeño –ponle unos cuarenta años atrás, más o menos– mi padre llamaba a su única hermana ‘la progre’. Y no lo hacía en buen plan, no. Lo decía con retintín, con su puntito de burla incluso. “Es que tú eres muy ‘progre” le decía mi padre cuando mi tía Mari Carmen se pronunciaba en las reuniones familiares sobre algún tema social, que en aquella época tendría que ver con la hora de la llegada a casa de mis hermanas.
Mi padre abogaba porque llegaran a las diez y supongo que mi tía entendía que se les tendría que dar un poco más de margen. Jamás dormían fuera de casa. Estaba muy mal visto. Ni aunque fuese con sus novios, qué barbaridad. Eso se lo cuentas a la juventud de ahora y te miran como si fueras marciano, pero es que antes la vida era así. Y no es que mi padre fuera muy conservador ni un meapilas. No. Era de Suárez, luego de Felipe González y siempre de Pujol, aunque le tenía poco apego a la iglesia.