Me tiene muy descolocado la niña. A veces pienso que va a acabar para los leones en un santiamén y al rato creo que es la única que va a sobrevivir a ese ‘Mundo Pantoja’ que se está desmoronando a una velocidad inusitada. En cualquier caso, sus declaraciones dejan en muy mal lugar a toda la familia. Son el grito desesperado de una mujer que ha dicho: “Basta” a una situación que, según cuenta, lleva sufriendo desde hace muchos años. Queda mal la madre, el tío, el hermano y todas aquellas personas que deambulan en torno al ‘Universo Pantoja’ con el fin de contagiarse del magnetismo que desprende la tonadillera. Todos aquellos que han callado se han convertido en cómplices de las injusticias sufridas por la niña. Todos aquellos que han seguido frecuentando a la familia sabiendo lo que allí se cocía –según la niña– no pueden ahora mirar para otro lado y asegurar que no se daban cuenta de lo que pasaba. Veo a Raquel Bollo en ‘Sálvame’ y no la entiendo. Intenta nadar y guardar la ropa pero no lo consigue. Mantenerse al margen, pero no puede. Yo creo que no hubiera seguido frecuentando un lugar en el que se producían situaciones como las que ha contado Isabel II. Entiendo que la niña hable. Que se rebele. Que pegue un zapatazo en el suelo y diga: “Hasta aquí”. Yo de ella no volvía a pisar Cantora ni por mi madre. Es más: es que si yo fuera la madre, lo primero que haría al salir de la cárcel sería alejarla lo más posible de esa finca que apesta a represión, tristeza y mezquindad. Probablemente, si yo fuera Isabel Pantoja, lo primero que haría al salir de la cárcel es pedirle perdón a mi hija.