Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Juan Carlos I
Gtres

“Si todo el mundo estaba al tanto de las correrías de Juan Carlos, ¿por qué nadie tuvo el valor de sentarse a hablar con él?”

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Jorge Javier Vázquez

Escritor, presentador, actor y productor teatral

El rey emérito le han salido dos defensores de fuste: Tamara Falcó y Feli-pe González. De la primera nos lo esperábamos. Del segundo, para qué nos vamos a engañar, también. Analizando los últimos años de su trayectoria lo raro es que hubiera deslizado la más mínima crítica sobre el comportamiento del padre de Felipe VI. González vive aferrado a esa máxima que reza que cualquier tiempo pasado fue mejor. Sobre todo, cuando él gobernaba. Asegura no tener “ni puta idea” sobre los audios. Todo lo que no sea cargar contra Pedro Sánchez debe parecerle insustancial, frívolo. Pues que vaya aterrizando, que las juergas del emérito fueron a cuenta de todos los españoles. Algo tendrá que decir él cuando parece que La Zarzuela ha sido una casa muy divertida –eufemismo– en vez de un palacio. Si todo el mundo estaba al tanto de las correrías de Juan Carlos, ¿por qué nadie tuvo el valor de sentarse a hablar con él y decirle que se le estaba yendo la pinza? En todo este lío la tónica general es disparar contra Bárbara para no centrarse en lo relevante. Dicen que el emérito se ha llevado un berrinche por la publicación de los audios. Qué pena ¿Y no se ha llevado ninguno por malgastar dinero que no era suyo? 

Esperanza Aguirre es para el PP lo que González para el PSOE. Una brújula sin norte. Un faro que no sabe que está estropeado. Versos sueltos de un soneto en sepia, un poco caduco, ligeramente trasnochado. Estoy siendo amable porque coincido muchas veces con ella en maquillaje. Fuera de cámara es simpática. En un plató se transforma en una tertuliana que habla de un país, el suyo, que desconoce. La pillan en renuncios, destapan sus contradicciones e incluso a veces la riñen como si fuera una colegiala que no se sabe muy bien el temario. Pero a ella le da igual. Le produce más pavor el olvido. Como a Felipe González. Viven instalados en la imperiosa necesidad de que se les eche de menos. Puedo entender que González haya sido presidente. En el caso de Esperanza, me cuesta bastante. Mientras ella estaba a por uvas muchos de sus consejeros estaban trincando. Algunos acabaron en el trullo. Ella, cocinando pastelitos en ‘Bake Off’ cual venerable abuelita. 

Estoy escribiendo este blog desde la cama, un domingo a las nueve de la mañana. Llevo dos sábados acostándome a las ocho y media de la tarde. Está siendo un comienzo de temporada algo ajetreado de trabajo pero empiezo a ver la luz: acabo las grabaciones de ‘Hay una cosa que te quiero decir’ el ocho de noviembre. No recuerdo haber llorado tanto con este programa. Ni tampoco haber aprendido tanto. Cuando eres muy joven le exiges mucho a la vida. Y es lógico. Te enfadas con ella porque piensas que nunca te da lo suficiente. Conforme voy cumpliendo años mis exigencias van disminuyendo y vivo mucho más tranquilo. He hablado en ‘Hay una cosa que te quiero decir’ con personas que conviven con enfermedades raras. Con otras que han sufrido inesperadas pérdidas de seres queridos. Y con familias destrozadas por adicciones. Tras las grabaciones vuelvo a casa pensando cómo la vida puede pegarte una hostia ahora mismo y llevarte al borde del precipicio. Escuchar a los demás se convierte, pues, en una receta infalible contra el desánimo. A veces, para valorar lo que tienes. Otras, para certificar que existen momentos felices. Cuidado, también hay momentos de mucha risa en el programa. Y otros muy emocionantes. Se me ha quedado grabado uno. Un señor se ve sorprendido por su cantante favorita y después de charlar con ella le dice medio llorando “No sabes la de veces que me has salvado la vida”. Pelos de punta.