El jueves hubo fiesta en Mediaset y nos reunimos los compañeros. La foto de familia ha dado la vuelta al mundo –quién dice que soy exagerado–. Y después charlé tres cuartos de hora con Isabel Pantoja. Entiendo a Raquel Bollo cuando Pantoja le envía mensajes, y ella los retransmite en ‘Sálvame’ edulcorados.
La madre de Isa P. es ahora mismo una bomba de relojería emocional. Si transcribiera el contenido de la conversación, España saltaría por los aires y se desconvocarían las elecciones. Pero sé que las palabras que pronunció Pantoja las hacía estando sometida a un estrés emocional importante. Me vienen a la cabeza los desencuentros de hijas de cantantes con sus madres.
Las ausencias provocadas por giras desembocaron en relaciones complicadas. No fue fácil la relación entre Rocío Jurado y su hija. Cuando Rocío era Rociíto, se las hizo pasar canutas a su madre. Y la otra Rocío, la Durcal, pasó lo suyo con sus hijos. Creo que castigamos más la ausencia de la madre que la del padre. Al menos, antes, quizás porque se entendía menos que las madres no estuvieran en casa.
El sábado estuvo en el ‘Deluxe’ Asraf Beno y la cosa no fue a mejor. La oratoria no es una de las disciplinas más acertadas del muchacho –por expresarlo de manera fina– aunque también es verdad que las hostias le caen por tantos lados que es difícil sortearlas dignamente. La historia de Isa P. y Asraf acabará muy mal, y ya veremos qué pasa con la niña. Porque, cuando pensamos que ha tocado fondo, se coloca en un peldaño más bajo. Y así no hay manera de levantar cabeza.