El pánico se apoderó de mí cuando Belén Esteban pronunció el viernes en su entrevista la palabra “endometrio”. Yo no sabía qué era. Imaginaba que, así como la uretra es una cosa de hombres, el endometrio debía ser algo muy femenino.Y lo es. Es una capa mucosa que recubre el interior del útero. Pero yo no lo sabía. Y me dio vergüenza preguntar. Belén comenzó a contarme lo que le había sucedido y Miquel, el director, me decía que en un minuto nos teníamos que ir a publicidad. Pero Belén, primorosa en la recreación, no llegaba a señalar el resultado de la biopsia. Yo, nervioso. Y Miquel: “Tranquilo, he conseguido arañar algún minuto más”. Y yo intentando acelerar el relato de Belén. Y Belén que no remataba. Hasta que pronunció la frase mágica: “La biopsia dio negativo”. Di paso a publicidad y Belén pidió un momento para recomendar que la gente se hiciera revisiones, pero Miquel me advirtió chillando que incumplíamos y pude dar paso a publicidad. Belén me recordó a Rossy de Palma en ‘La flor de mi secreto’. Era una señora que salía por primera vez de casa después de mucho tiempo encerrada contra su voluntad y nos contó con todo lujo de detalles su calvario. Agradeció tantas cosas a tantas personas que al final ya te reías. Y luego, claro, Belén consiguió colocar en una misma conversación conceptos tan dispares como Dubái, gazpacho, Las Vegas o Justin Bieber. Aquello fue todo un belenazo conceptual. A veces era Bergman, otras José Luis Cuerda y alguna que otra muy Álvarez Quintero. Creo que, si fuera una ópera, sería, sin duda, una de Wagner.