Cuando menos te lo esperas surge el amor y Aznar. Permanece agazapado en nuestras vidas, acechando el momento de hacerse carne y recordarnos que sigue ahí, impertérrito, echándonos en cara que no le hayamos agradecido que nos salvó del abismo. Según el deberíamos haber instaurado el Día de José María Aznar, la Semana de José María Aznar, el Mes de José María Aznar y el Año de José María Aznar. Tratarlo como si fuera una especie de santón. Yo soporto sus apariciones con estoicismo y con la escasa resignación cristiana que me queda. Lo que no entiendo es que esos que denominan las nuevas caras del PP –Maroto, Casado y Levi- no se plantan y le hacen un “Por qué no te callas”. Buena parte de España se lo agradeceríamos, señores.