Me entero gracias a un artículo de Jesús Mariñas de que Carlota Corredera y yo estamos en guerra. La noticia me produce tal frialdad que ni se me pasa por la cabeza llamar a Mariñas para desmentirlo, y eso que es un colega al que aprecio muchísimo. Sostiene Mariñas que esta guerra puede ser motivo de distracción veraniega para los espectadores. Pobre. Si fuera así no nos largaríamos ninguno de los dos de vacaciones para no perder posiciones, pero tanto ella como yo estamos deseando pirarnos. A no ser que las guerras ya no sean como las de antes y ahora se libren desde las hamacas de la playa. De todas maneras, a mí me hace gracia que se publiquen noticias así. Tanto a Carlota como a mí nos sitúa en un lugar de privilegio porque esas rivalidades contribuyen a forjar leyendas, y si te dedicas a esta profesión mejor dar que hablar que provocar silencio. Conocí a Carlota como a casi todo el mundo, hará más de veinte años. Me la presentó mi amigo O., y si ahora hago memoria lo que más me viene a la cabeza al pensar en ella son sus carcajadas. Por su culpa he vivido uno de los momentos más embarazosos en televisión. Ella estaba de directora en ‘Sálvame Diario’ y yo estaba a punto de hacer una promoción de camisetas que por mucho que sudaras no se notaba nada. Justo antes de empezar mi promoción se emitió un cebo que tenía como protagonista a la hermana de una folclórica que se expresaba fatal. Carlota no se dio cuenta de que tenía el pinganillo abierto y se le escapó un “Madre mía, esta señora no sabe lo que es un sujeto, verbo, predicado” que le salió del alma. Tenía yo que empezar mi promoción y no podía de la risa tonta que me entró. Ella me dijo por el pinganillo: “Perdón, perdón”, y entonces mi risa fue a más. Y por lo incómodo de la situación también mi sudor, que además era verano. Salí del embrollo lo mejor que pude, haciendo de la necesidad virtud. “Fíjense lo que estoy sudando y no se nota nada”, decía yo entre unas risas que casi no me dejaban pronunciar palabra. Yo con la gente que me he reído no puedo estar en guerra. Soy así de simple.