La veo muy de tanto en tanto. Siempre está dando saltos de continente en continente presentando sus exitosas novelas. Por eso, cuando me llamó, no dudé y acepté la invitación para que estuviera presente en la entrega de premios de Mujer Hoy. Ella era una de las premiadas. La noche del miércoles, en el Casino de Madrid, Dolores estaba feliz. Me gusta compartir sus merecidos triunfos. Se deben a su talento, a su trabajo, a su amor por la literatura. Suele darme mucha pereza acudir a actos sociales pero una vez que pongo la directa los suelo disfrutar. Tengo que salir más. Me hace gracia asistir a cenas donde a ellas se les pide que vayan de cóctel y a nosotros de smoking. Son taaaan anacrónicas. Lo malo que es que luego tienes que largarte para tu casa porque a ver en qué antro de Madrid te presentas con esas pintas para tomar la penúltima copa.
Había gente joven y guapa de manual. La que más –de manual, quiero decir- Paula Echevarría. Me resulta asombroso que aguantara durante toda la noche con la misma sonrisa puesta en la boca. Aproveché para reprocharle a Soraya Sainz de Santamaría que no contestara a mis mensajes pero me quedé pasmado cuando ella me dijo lo mismo. ¿Ha bombardeado Jorge Fernández Díaz nuestra incipiente historia de amor interviniendo nuestros teléfonos? Creo que atisbé a Maxi Iglesias y tuve contenerme para no decirle que hacía tiempo que nadie me ponía tan burro como él. Me recuerda al Marlon Brando de “Un tranvía llamado deseo”. Es el típico tío que te pide dejar la tele y largarte al Caribe a vender pulseritas y tardas en decirle que “sí” lo mismo que coger dos calzoncillos como única maleta. Me alegró abrazar a José Sacristán. Es uno de los actores que más admiro. Está ensayando con mi Juan Carlos Rubio “Muñecas de porcelana”, una función que según se encarga de recordar todo el mundo la está haciendo Al Pacino en Broadway. No me impresiona el dato. Creo que debería suceder al revés. Que en todas las entrevistas que le hicieran a Al Pacino le contaran que en España la va a hacer el inmenso José Sacristán. Me lleva a casa Beatriz Cortázar y por el camino aprovechamos para cortar unos trajes. Qué divertida es Bea y qué buena gente.