Un día de la semana pasada acabamos de grabar una audición de Got Talent y nos fuimos a cenar todo el equipo. Por primera vez se unió David de Gea, el novio de Edurne. Desde la entrada del restaurante vi a lo lejos cómo David se hacía una foto con un chico. «Madre mía, la que le van a dar esta noche por Madrid», le dije a Eva Hache, que es mi apreciada señora televisiva. Al acercarme me di cuenta de que el muchacho que le había pedido la foto era Dani, uno de nuestros guionistas. De Gea es una estrella y provoca fascinación entre los futboleros. Los chicos del equipo andaban alborotados con su presencia. Se habló bastante de fútbol durante la cena y yo tuve que buscar acomodo en otras conversaciones porque no pillaba ni una. Reconozco que aproveché para escudriñar con disimulo al portero. Altísimo —uno noventa y dos— y un cuerpo muy fibrado. Creo que bastante tímido, pero Edurne nos confesó al día siguiente que ella advirtió desde el primer momento que lo notaba a gusto.
Pero yo no quiero hablar de De Gea sino de Edurne. Hay novias de futbolistas y novias de futbolistas. Quiero decir que hay pedorras con patas que pasean al futbolista como si fuera un trofeo y chicas normales que no dan la nota por salir con mozos archimillonarios. Llevo ya grabadas tres ediciones de Got Talent con Edurne y jamás se le ha escapado un comentario que delatara fascinación por el oropel que envuelve a David. Todo lo contrario. Un día le comenté que intenté ir a un restaurante que tengo enfrente de mi casa y no me dieron mesa aunque la reserva iba a mi nombre. «Pues a David le pasó lo mismo», comentó entre risas. Mientras nosotros hicimos bromas sobre el asunto otras «novias de» hubieran armado la de Dios es Cristo. Edurne es discreta con su noviazgo, pero no por desconfianza sino porque considera que su vida sentimental es la misma que la del común de los mortales: «Chico conoce a chica, se enamoran y punto». Además juega a su favor el amor que siente hacia su profesión y las ganas que tiene de seguir luchando para continuar manteniendo el hueco que merecidamente ha logrado. Mientras otras matan las horas en tiendas de lujo ella se dedica a estudiar cómo será su próxima gira. Vale la pena conocerla. Es simpática, cariñosa y tiene una malicia sana muy divertida.