El jueves quedo a cenar en casa de unos amigos y llego a casa con el estómago revuelto. Algo me ha sentado mal. Paso una noche tan infernal que al día siguiente tengo que anular todos mis compromisos para quedarme en la cama y recuperar fuerzas. Por la noche me espera el ‘Deluxe’. Aunque me encuentro fatal me gusta quedarme en casa todo el día, descansando, hecho un ovillo en la cama. Me acuerdo de cuando era pequeño y un simple dolor de estómago te permitía no ir al colegio y quedarte en casa todo el santo día, esa sensación de felicidad que te producía disfrutar de una inesperada jornada de fiesta.
Entre sueños me aparece Letizia. Debe ser que la echo de menos. Lleva tanto tiempo dándole al tacón en Estados Unidos que extraño verla por aquí. Entre sueños me dice que tenemos que hablar de muchas cosas pero cuando estemos en su casa porque en ese momento –nos encontramos en un restaurante– hay demasiada gente alrededor. Le pregunto por ‘Gran Hermano 16’ y me dice que por supuesto que tiene un favorito pero que no me lo piensa decir. Entre sueños me enfrento a un gran dilema: contar que Letizia sigue el programa de la Milá o callarme esa información por temor a que si la hago pública pueda sentirse traicionada. Cuando me despierte le preguntaré a Mercedes a ver qué opina.