Isak Andic, el fundador de Mango, murió el pasado fin de semana mientras practicaba senderismo con su hijo por una de las rutas más turísticas de Catalunya. 71 años. Me impactó muchísimo la noticia. Un sábado cualquiera sales a pasear y no vuelves a tu casa. Se acabó. Esa sensación de incertidumbre acerca de nuestro final me reconforta. Yo tenía todos los números para morirme en la discoteca de Marrakech donde me dio el ictus pero se conoce que no era ni mi hora ni mi lugar. Así que desde entonces no me preocupa mucho mi muerte porque no está en mi mano. Sí que le he dicho a P. que ahora no me viene muy bien morirme. El próximo trimestre trabajaré menos en la tele y quiero aprovechar para hacer cursos, viajar, quedar con amigos. En definitiva: fomentar mi vida social.
La pregunta es: ¿nos viene bien palmarla en algún momento? No tengo respuesta pero lo que sí tengo claro es que no quiero alargar mi vida de manera innecesaria. Llegado el momento me gustaría poder decidir el final de mi función. Es lo mínimo que le podemos exigir a nuestra existencia. Así como no elegimos venir, al menos que se nos deje escoger el adiós. Perdonad tanta intensidad. La compenso contándoos que desde mediados de la semana pasada estoy sin caldera y tengo que ducharme con ollas de agua que caliento previamente en la vitrocerámica. Aparte de no tener agua caliente tampoco tengo calefacción, así que me paseo por la casa envuelto en mantas y arrimándome mucho a los perros para que me den calor.
“Seguir o morir, esa es la cuestión”
Leo en Lecturas una entrevista que le hacen a Sandra Daviú, que en el 2008 sustituyó a Patricia Gaztañaga. Le preguntan sobre ‘El diario de Jorge’ y contesta que ha oído que lo van a cancelar. Yo también he leído algo al respecto. Pero mientras eso no se produzca hay que seguir trabajando. Estoy aprendiendo mucho de ‘El diario de Jorge’. Yo estaba acostumbrado a trabajar sin prestarle demasiada atención a las audiencias porque no teníamos rivales. Ahora me muevo en otras coordenadas: no hay día que no aparezca alguna noticia relacionada con la cancelación del programa. Lo que me lleva a recordar una de las principales características de mi trabajo: la inestabilidad. P. me dice que nunca me había visto tan preocupado por un programa. Que vivo la situación como si fuera nuevo en esto. Y tiene razón.
Hay días que vuelvo a casa con muchas ganas de llorar porque las cosas no han ido tal y como yo esperaba. Porque lo que sobre el papel era un buen programa luego, por las razones que sean, no lo ha sido. Pero también hay otros días, muchos, que salgo muy feliz. Muy contento. Con sensaciones muy cercanas a las vividas en el teatro, tan intensas. Y entonces recobro de nuevo la ilusión. En muchísimas ocasiones me he sentido afortunado por vivir situaciones muy emocionantes. Estoy llorando como nunca. Y a todo esto le tenemos que unir que estamos luchando por sobrevivir.
He de reconocer que no me disgusta la sensación de tener que luchar para quedarnos. Le da un cierto componente épico a mi realidad, que por lo general suele ser bastante prosaica. Seguir o morir, esa es la cuestión. Cualquier atisbo de brote verde se convierte en motivo de jolgorio y cuando las cosas no vienen bien dadas toca apretar los dientes y esperar que el día siguiente sea mejor. La vida. Quiero que ‘El diario de Jorge’ continúe por muchas razones pero sobre todo por el equipo que lo hace posible. La redacción es jovencísima y tiene mucho entusiasmo. Ojalá vea recompensado su esfuerzo. Y luego es que ya le he cogido el tranquillo a calentarme la comida a las 13.40 y llevármela en tupper a la tele para comérmela mientras mi directora Verónica me cuenta el programa.
“'GH' se me ha hecho corto”
De quien sí toca despedirse es de ‘Gran Hermano’. Más de cuatro meses ha durado esta edición, que se dice pronto. Sin embargo, se me ha hecho corta. Y hay algo que me encanta: no sé quién va a ganar. El equipo del programa nunca me dice a quién vamos a expulsar. Así me protegen y evitamos que se me pueda escapar el nombre antes de tiempo. Dicho esto, os podéis imaginar que no sueltan prenda sobre los porcentajes de la final. He tenido a P. tan enganchado que incluso votaba semana tras semana para expulsar.
En esta edición Violeta –23 años– se ha enamorado de Edi, de 34. Y Edi de ella, pues más o menos. Ambos son guapísimos. Yo no quiero enamorarme de un guapo porque me conozco y sé que me echaría la vida a perder. Qué pesadilla tener un novio que sea objeto de deseo de media humanidad. Eso sí: me encantaría experimentar cómo se vive la vida siendo guapo. Eso de entrar a un sitio y que la gente se te quede mirando. Eso de ir a comprar ropa y que te quede como hecha para ti. Eso de mirarse al espejo y quedarse embelesado con uno mismo en vez de pensar “tengo que hacerme un lifting”.