Hay debates que cada vez me interesan menos. Por ejemplo, el que se genera sobre IDA. Se acabó el debate, porque va a arrasar por mayoría absoluta en las próximas elecciones, así que lo único que me queda es aguantarme. “Ni más más ni más menos”, que diría Belén Esteban. Ha convertido Madrid en el reducto más beligerante contra el Gobierno de Sánchez y los ciudadanos le han comprado el discurso. Ya no hay nada que hacer. En cuanto los argumentos le flaquean –o sea, siempre–, Ayuso se saca de la manga una referencia a Venezuela, otra a ETA y una tercera al independentismo catalán. La derecha es muy dada a citar artículos allende nuestras fronteras que destrozan la imagen de nuestro Gobierno. Lo ven como una señal de patriotismo porque los empuja a intentar rehacer un país que se va al garete. Cuando las críticas les afectan a ellos –léase el demoledor artículo de Paris Match sobre Madrid–, será tachado de antiespañol su autor y todo aquel que lo comparta. Las maneras de Ayuso recuerdan mucho a las de Esperanza Aguirre, que es algo bastante desalentador, por cierto. No hay más que ver dónde han acabado la mayoría de personas que acompañaron a la presidenta durante sus años de mandato. En la sombra.