Kiko y Makoke se plantan el viernes en el Deluxe dispuestos a enfrentarse a los colaboradores por razones no estrictamente especificadas. Ni falta que nos hace. Makoke saca de quicio a mi cuadrilla y con eso basta para que el espectáculo continúe. Pero el viernes advierto cierto cansancio entre los contendientes. Kiko pasa de sus compañeros y éstos lanzan dardos sabiendo que ya no van a hacer daño porque la pareja está de vuelta de todo. Hacen bien. Todos. Intentan echarle en cara a Kiko que haya dicho en una entrevista que se va a casar con o sin sus hijos. Pues tampoco veo yo que sea para tanto. Tenemos demasiada mitificada la fuerza de la sangre. Tras las declaraciones de Kiko sus hijos Diego y Laura se hacen los ofendidos pero sus palabras huelen ya a pólvora mojada. El padre ha sacado pasta de toda esta historia pero también los niños, así que aquí no se salva ni Dios. Durante esta semana sale a relucir que Laura Matamoros se ha descolgado pidiendo un pastón para sentarse en el Deluxe. Hace mal cotizándose tan cara. Primero porque no se lo van a pagar y queda fatal pidiendo un caché abusivo. Y segundo, porque le sale una vena mercantilista que tantísimo ha criticado en su padre. Puede que Laura haya salido con subidón de GHVIP, pero deberían contarle que cuando empiecen a salir expulsados los de Supervivientes su testimonio se devaluará a pasos agigantados. Un reality sepulta a otro reality. Lo que ayer era oro molido hoy no pasa de latón. Eso, y que debería saber que el Deluxe no es el Banco de España –expresión muy de madre- ni ella Romina Power.