Dicen que Madrid se está convirtiendo en un lugar complicado para tener pareja, al menos en el mundo gay. Las posibilidades de que encuentres a un chico más guapo que con el que estás son altísimas, y si algo caracteriza a esta sociedad es que no contemplamos la posibilidad de la renuncia. Lo queremos todo. Pero a mí en cuestiones de pareja se me antoja complicado. Tengo parejas de amigos que son relación abierta y la situación no les pasa factura. También he conocido casos de matrimonios, pero el caso es que con los años creo que me estoy volviendo un poco convencional. No entiendo que desde las primeras de cambio que conozcas a alguien se plantee la posibilidad de ser pareja abierta. Vivo los comienzos con una persona como algo único, como uno de esos momentos que vale la pena vivirlos con toda la intensidad, uno con uno, sin injerencias externas. Sería incapaz de estar con alguien que desde el primer momento me planteara la posibilidad de que él pudiera estar con otro. O de que me propusiera tríos a las primeras de cambio. Sé las complicaciones que conlleva el mundo de la pareja. El hastío, el cansancio, la desesperación, la falta de ilusiones. Pero también todo lo que aporta: el entusiasmo, la complicidad, el calor, el cariño. Y al menos durante un periodo de tiempo largo me gustaría vivirla al modo tradicional.