Vuelvo al ‘Deluxe’ y me entrevista Belén Esteban. Llevo cerca de veinte años a su lado y me sigue sorprendiendo. El sábado tuvo la valentía de confesar en directo que se había sentido muy egoísta porque sentía que yo no le prestaba toda la atención que ella necesitaba. Y a lo mejor tiene razón: si todos me dicen que soy poco cariñoso, por algo será. Aprovechó para regalarme un San Judas Tadeo que había ido a comprar al Madrid de los Austrias, creo que a la calle Bordadores, que es justamente la calle en la que yo vivía antes de mudarme a las afueras. Belén fue con su hija, y fue ella la que ante la indecisión de la madre le empujó a comprarme un San Judas inmenso. “Este, mama” –así, sin acento–, cuenta Belén que le dijo su hija. El San Judas preside ya mi mesilla de noche porque, como me apunta Bibiana Fernández en un mensaje de voz: “Lo importante es el cariño con el que ella te lo da”. Qué agradable y qué emocionante es volver a casa.