Por la tarde vuelvo a ver unos documentales que hay en Max sobre los reyes eméritos: ‘Salvar al rey’ y ‘Sofía, a royal life’. Me encantaron en su momento y los disfruto todavía más en este segundo visionado. No consigo empatizar en ningún momento con Juan Carlos I. No me apena que viva en Abu Dhabi alejado de su familia y de su país. No me importa que tuviera las amantes que le vinieran en gana. Lo que no consigo entender es cómo llegó a creerse que el país era suyo. Tanto que usó y abusó de cualquier medio que estuviera a su alcance para disfrutar de una vida en la que tenía poca cabida la responsabilidad, el decoro y el compromiso. Y lo peor es que no hay un atisbo de arrepentimiento en su conducta porque ha perdido cualquier conexión con un país que en otro tiempo más que respetarle, le veneraba. Creo que está por escribir el libro sobre los últimos años de la doña Sofía.
Mi querida Pilar Eyre firmó el magistral ‘La soledad de la reina’ pero debería escribir la continuación. Doña Sofía es la gran tapada de la institución, el gran enigma. Tras ver los documentales pienso que Letizia ha sabido leer que ella y su marido son reyes en tránsito. Que el verdadero futuro de la monarquía pasa por Leonor. Paradojas de la vida. Juan Carlos I pensaba que Letizia se iba a cargar la Corona y resulta que la Reina va a conseguir que perviva gracias a la labor que está llevando a cabo con su hija mayor. Mientras otros estáis desparramando un domingo por la tarde en las playas de España, yo me dedico a ver documentales para sacar estas conclusiones. Espero que valoréis mi esfuerzo.