Grabé a mediados de diciembre el programa de Bertín Osborne con mi madre. Los responsables querían que ella apareciera y no se equivocaron: le ha salido una legión de fans. Escribo estas líneas un día después de que se haya emitido el programa.
Voy a confesar algo: ayer, al comenzar ‘Mi casa es la tuya’, cogí mi ordenador y me subí a mi habitación para enchufarme un capítulo de ‘The Crown’. Me da una vergüenza terrible verme. No puedo superarlo. P. y mi madre sí que se quedaron en el salón viendo el programa. Al finalizar el capítulo, bajé a verlos, pero fui incapaz de seguir la emisión sentado. Iba a la cocina, me preparaba un poleo menta, aparecía de nuevo en el salón, me veía de pie unos minutos, volvía a subir a la habitación.
Lo mejor de todo y lo que jamás se me olvidará en la vida son las risas de mi madre al ver el programa. Y también esas risas incontrolables cuando al día siguiente, a primerísima hora de la mañana, le comuniqué que nuestro programa había tenido una audiencia considerable. Recuerdos que quedan para siempre grabados en mi memoria y a los que recurriré aquellos días que ande necesitado de ánimos.