Prueba rutinaria por lo de la cabeza. Por el ictus, vamos, no es que no quiera nombrar la palabra. Como es con sedación y trajinan una arteria, tengo que pasar la noche en el hospital por prevención y P. se ofrece a estar conmigo. “Qué bueno es”, me dicen cuando lo cuento. “Yo también haría lo mismo por él”, respondo. No es esta una prueba de lo bondadoso que es. Me demuestra más calidad humana con la paciencia que soporta mis peticiones: acércame el móvil, tráeme el ordenador, dame un poco de ese bocadillo que te has traído para cenar que tiene muy buena pinta.