Mi relación con Bertín nació tensa: hace treinta años, en el Parque de Atracciones de Montjuich, donde había ido a cantar y yo estuve especialmente impertinente en la improvisada rueda de prensa que ofreció tras la actuación. A lo largo de los años tuvimos algún desencuentro más así que la nuestra no podía calificarse de relación fructífera.
Sin embargo algo ha cambiado desde que grabara “Mi casa la tuya”: descubrí a la persona que hay detrás de ese tiarrón de dos metros que impone con su presencia y le he cogido un cariño tremendo. En esa fachada que disfruta provocando tsunamis con sus declaraciones habita un hombre tierno y cariñoso.
Ideológicamente no tengo nada que ver con él pero me gusta que tenga la valentía de decir lo que piensa sin temor a lo que pasará después. Porque seamos claros: los personajes populares evitamos pronunciarnos cada vez más para evitar chaparrones. Pero él, que podría optar por no mojarse, prefiere largar y meterse en líos. Me gusta esa postura: es mucho más valiente, menos acomodada, más libre.
El Sábado estuvo en el Deluxe y la armó hablando de política. Yo no estoy de acuerdo con nada de lo que dijo pero me parece muy sano que venga un señor a expresar sus ideas –sean las que sean- y las pueda expresar sin que los demás le agredan. Son mucho más sanas estas entrevistas que las tertulias políticas porque en las tertulias ya no hay debate sino únicamente confrontación. Están a puntito de convertirse en un reality. Sólo les falta que el público que acude al plató pueda aplaudir o abuchear a los contertulios.