Lucía Bosé es la Mercedes Milá de las abuelas. Una señora que a sus ochenta y seis años cree haber conquistado el derecho de hacer y decir lo que le dé la gana. Como que su hijo Miguel está muy estropeado o que sus hijas Lucía y Paola van tan desaliñadas que parecen brujas.
Hay quien no entiende que hable de su nieta Bimba sin ponerse a llorar desconsoladamente. Yo, sin embargo, creo que no es más que un mecanismo de protección para no morir de dolor. Hablando de dolor, el domingo por la tarde P. acaba llorando como si fuera un niño con la demoledora función “He nacido para verte sonreír”. Protagonizada por una inmensa Isabel Ordaz y un impresionante Pablo Sánchez narra la historia de una madre desesperada que se ve obligada a internar a su hijo en una residencia. Y sí, lo confieso. Yo también lloré. Y el teatro entero.