Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

Hay gente que estaría encantada de que se celebrara el Orgullo Gay sin maricas

Admiro a Anabel Alonso como actriz, por supuestísimo, y como ciudadana valiente. Tal y como están las cosas, para un personaje popular lo más sencillo es evitar cualquier declaración polémica porque a las primeras de cambio te montan un dos –tres, según Belén Esteban– de mayo. A través de su Twitter, Anabel se está convirtiendo en el azote de rancios, machistas, homófobos y demás gentuza.

Recuerdo que, cuando yo era pequeño, las folclóricas jamás se pronunciaban políticamente porque decían que el arte no tenía ideología o chorradas por el estilo. Mentira. No lo hacían porque temían que luego no las contrataran los del partido contrario. Por eso, a mí, cada vez que alguien evita pronunciarse sobre sus preferencias, me parece un poco de folclórica antigua.

Creo que no están los tiempos para callarse porque hay demasiada gente esperando agazapada para ponernos esposas y mordazas en la boca. Amén de evitar que nos divirtamos en las fiestas del Orgullo en el centro de Madrid. Yo es creo que hay gente que estaría encantada de que en Madrid se celebrara el Orgullo Gay pero sin maricas.

A lo que iba. Tuve la oportunidad de encontrarme el martes por los pasillos de Mediaset con Manuela Carmena y le declaré públicamente mi admiración. Le agradecí también los mensajes de ánimo que me envió durante mi convalecencia. La voté la vez anterior y lo volveré a hacer. Me parece una política íntegra, moderna y comprometida con la ciudadanía. Como Rubalcaba, que ha fallecido hoy viernes pasadas las tres y media de la tarde. De su vertiente política ya se ha hablado mucho y muy bien durante todos estos días. Batalló contra unos enemigos ramplones y muy tramposos. Su superioridad intelectual era tal que a veces daba hasta miedo. Yo creo que le debió parecer frustrante y aburrido enfrentarse a unos contrarios tan mediocres. Una de mis mejores amigas era íntima suya y me contaba auténticas maravillas de él. Ha muerto demasiado pronto una buena persona. Deja a muchísima gente muy triste.