Jorge Javier Vázquez

Jorge Javier Vázquez

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Hacía tiempo que no me sentía tan ridículo haciéndome selfies

Qué curioso, creo que las bicicletas son para el verano y la religión para el invierno. En la playa no hay pecado, ni complejo de culpa ni rollos de esos que te amargan la vida. La única preocupación es no pasarte mucho con la comida para no tirar por la borda los esfuerzos del invierno.

Voy con lo de los influencers. Qué autoestima y confianza en sí mismos deben tener para hacerse fotografías y poner buena cara ajenos a lo que esté sucediendo a su alrededor. Hacía tiempo que no me sentía tan ridículo haciéndome selfies para ilustrar este blog. Dejando de lado el detallito del collar –me lo encasquetaron nada más llegar–, no sabía cómo poner la boca de tal manera que pareciera que sonriera pero sin llamar mucho la atención.

Había mesas que le pedían a los camareros que inmortalizaran el momento pero yo no bebí tanto como para hacer acopio de valor y solicitar que me fotografiaran brindando conmigo mismo. En cuanto acabé me las piré a la francesa. Creo que nadie me echó en falta.

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Con los días he pensado mucho sobre este tema y creo que los españoles de cierta edad arrastramos un terrible sentido del ridículo que nos impide relajarnos y disfrutar sin complejos. Desde niños nos inculcaron lo de no dar mucho la guerra y pasar desapercibidos y así nos ha lucido el pelo. Luego está la otra parte que es la de los americanos, que aún teniendo 120 años disfrutan como adolescentes. Les envidio.