El sábado por la mañana me pasan una noticia espeluznante: “Hallan una fosa común con treinta cadáveres de perros (de caza, muchos de ellos galgos) que pudieron ser arrojados con vida. Podrían haber muerto de hambre y de sed. Los galgos llevaban la consabida cuerda de plástico que usan algunos como correa para sus perros o para las sueltas en las partidas de caza”. La fosa se halló en Tarancón, Cuenca.
Conozco a muchos voluntarios que han tenido que dejar de ayudar a las entidades con las que colaboraban porque no podían soportar ver las atrocidades que sufren muchísimos animales en nuestro país. Este mes en concreto es un mes aciago para los galgos. Coincide con el fin de la temporada de la caza y todos aquellos galgos que no sirven serán abandonados, maltratados o directamente exterminados. Podemos mirar para otro lado y escudarnos en la tradición para que esta vergüenza siga produciéndose en nuestro país.
O podemos estar atentos para denunciar esta salvajada y colocar nuestro granito de arena para convertir el lugar en el que vivimos en un espacio más agradable y armónico. De nosotros depende.