El bochorno no lo provoca solo el calor. También ver a un rey presidiendo la Corrida de la Beneficencia. No lo pueden evitar. Al final acaban mostrando la patita y sacando a pasear su proverbial falta de sensibilidad. En un momento en el que los toros están más cuestionados que nunca, y una gran mayoría de la población manifiesta de manera reiterada su rechazo a la celebración de corridas, Felipe VI se planta con todo su papo en Las Ventas. ¿Qué necesidad? Como siga el ejemplo de su padre, empezará yendo a los toros y acabará matando a osos borrachos en los Cárpatos. Todo el trabajo que lleva realizando desde hace años para desmarcarse de la vetusta figura del Rey emérito se va a tomar por saco cuando accede a participar en actos donde se aplaude al maltrato animal. Personalmente, no puedo aceptar que diga representarme un señor que aplaude algo que detesto. Algo que pertenece a una España caduca y superada. La figura de Felipe VI comienza a adquirir preocupantes tonos sepia. Me gustan cosas del pasado. Pero no precisamente ese compadreo con el mundo taurino. Espero que la ausencia de Letizia en Las Ventas signifique su rechazo a las corridas. Saber que la Reina las aprueba significaría ponerse al mismo nivel que la infanta Elena. Algo que difícilmente podríamos entender aquellos que vemos a Letizia como una mujer comprometida y sensible. Todo esto que acabo de escribir lo resumí el sábado en un tuit que decía: “Un rey que preside una corrida de toros no me representa. Hasta siempre, Felipe VI”. Desde que se publicó, no dejo de recibir mensajes insultantes, muchos de ellos relativos a mi condición sexual. Para que luego nos preguntemos que por qué se sigue celebrando el Día del Orgullo.